Hay momentos que no se repiten. Hay oportunidades que se congelan en el tiempo y no vuelven.
Algún día de julio de 2003, estaba en Montmartre, viviendo unas vacaciones de verano maravillosas. Recuerdo que uno de los artistas que estaba allí, en pocos segundos, con tijeras y papel, hizo una imagen de mi rostro, incluida la gorra que tenía puesta. Era una obra maravillosa que me ofreció por unos 10 dólares. Yo, que había comprado mucho en aquel viaje decidí no comprar la obra de aquel joven. Todavía me arrepiento. Y me arrepiento mucho. Era una estampa de aquel momento exacto que estaba viviendo, incluso con aquella gorra que tenía puesta y de manos de un joven que se ganaba la vida haciendo arte en aquellas calles. Una estampa de un momento único de mi vida, cuando sin notarlo, un artista miró mi rostro y con tijera y papel, en unos segundos, me ofreció un momento de mi vida congelado. Y yo lo dejé ir. Qué mucho nos pasa esto. Como cantaría de eso Alejandro Sanz: “reconozco puertas que yo sé, se abren solamente alguna vez, así de poco”. Yo no la supe reconocer. Y como las lecciones vienen de muchos tamaños y colores, esa fue la que me dejó ese viaje a París. Y mira que no recuerdo nada de lo que me compré allá, pero mi obra de arte rechazada, esa no la olvido. Hay oportunidades que estarán frente a nosotros solo una vez. Y luego de eso, serán solo un recuerdo y un recuerdo con arrepentimiento incluido. A veces vivimos adormilados y dejamos escapar momentos únicos. Entonces queremos, como yo con mi obra de arte, regresar en el tiempo y recuperar algo, o haber tomado una decisión diferente. Y se trata de fracciones de segundo en las que un sí o un no, lo cambia todo. Y puede ser algo vano como esa obra que no olvido, pero puede ser tan serio como tu familia, tu matrimonio, una relación, una amistad, un negocio, una carrera. Es como dejar una parte de la pintura de tu vida con un espacio en blanco, con un signo de interrogación. Una de mis oraciones desde hace algún tiempo es que Dios me abra los ojos. Que me permita estar alerta y me pellizque si hace falta para saber identificar las oportunidades que pone en mi camino. Y también discernir lo que parecen oportunidades y no lo son. Y eso que pido para mi, hoy también lo pido para ti. Que Dios abra tus ojos a lo que no siempre es perceptible. Que hable a tu espíritu y te revele tus oportunidades, así como esas calles sin salida. Uno de mis versículos favoritos es ese que dice: “clama a mí y yo te responderé y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3). Yo creo que si uno clama, Dios nos dirige. Y eso es esencial en mi vida porque no quiero seguir coleccionando arrepentimientos por dejar ir obras de arte que eran para mí y no estuve dispuesta a pagar unos pocos dólares por ellas, cuando la oportunidad se presentó. Muchas veces no estamos dispuestos a pagar el precio llámese tiempo, valentía, compromiso, esfuerzo, riesgo... y terminamos en el safe zone de una vida promedio. Yo espero más para mí y también para ti. Abre los ojos.
0 Comments
Your comment will be posted after it is approved.
Leave a Reply. |
Archivo
April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |