Hace unos años, mientras estaba de viaje en Buenos Aires se me perdió el grupo con el que andaba. Tal vez, la que me perdí fui yo.
Pero al pasar las horas, mientras daba vueltas por algunas tiendas y no había rastro de ellos, decidí disfrutar ese rato de descubrir el lugar sola. Creo que de ese viaje (que fue increíble), perderme fue uno de mis momentos favoritos. Poder hablar con la gente en la calle, irme en taxi sola de regreso a mi hotel y hablar con el taxista de su vida y del país fue maravilloso. A veces, salirnos del programa establecido se nos hace tan difícil. Esa lista con horario de cuando se va a hacer cada cosa nos hace sentir en control. Pero muchas veces nos perdemos de experiencias, gente, lugares nuevos porque no estamos dispuestos a soltar la lista. No sé si les ha pasado alguna vez, pero a veces cuando vamos manejando y nos perdemos, encontramos un buen restaurante que no conocíamos o un paisaje que no habíamos disfrutado. Perderse de vez en cuando es necesario. El mundo es muy grande y la vida es muy corta para ser esclavos de un horario, de una ruta establecida, de un ‘to do list’. Y todo eso es importante, pero no podemos dejar que lo que pueden ser herramientas de ayuda tomen control de nosotros. Yo que tiendo a querer controlar mis horarios y establecer planes lucho con esto. Pero la vida me ha enseñado que los desvíos a veces son más importantes que las rutas trazadas. Y Dios, con frecuencia, me ha cambiado la ruta. En los desvíos uno descubre lo que hay a su alrededor, lo que no ves porque estás demasiado ocupado cumpliendo el horario y la ruta. Hace un año me pasó algo parecido en Puerto Rico. Una amiga y yo planificamos ir a una hacienda cafetera y cuando llegamos estaba cerrada. Entonces decidimos irnos a otro lugar en el que no sabíamos qué encontrar. Cuando llegamos era un lugar hermoso que ninguna de las dos había visitado. Estoy segura que el otro lugar no lo hubiera disfrutado tanto como el que descubrimos. Es tiempo de abrirnos a las infinitas posibilidades y fluir con ellas. Hay tantos lugares esperando ser descubiertos, tanta belleza por disfrutar que nos vamos a perder si nos amarramos al horario y al programa establecido. En la vida tenemos que estar dispuestos a cambiar de planes. Para vivir una vida rica en experiencias, una vida plena, necesitamos estar dispuestos a perdernos, a soltar el control y a fluir con la vida. Y descubriremos un mundo nuevo que estaba a la vuelta de la esquina, al cerrar esa agenda que nos estaba planificando la vida. Ojo, que a veces atiborramos la agenda de actividades para creernos que somos productivos y la vida buena se nos escapa. Porque aunque creemos controlar el programa, al final, el programa termina controlándonos a nosotros. Les dejo un pedazo del ensayo ‘Adentro’ de Miguel de Unamuno, que tiene tanto aprendizaje para la vida, que lo vuelvo a leer cada cierto tiempo. “Te repito, que no hace el plan a la vida, sino que ésta se lo traza a sí misma, viviendo. ¿Fijarte un camino? El espacio que recorras será tu camino; no te hagas, como planeta en su órbita, siervo de una trayectoria. Querer fijarse de antemano la vía redúcese en rigor a hacerse esclavo de la que nos señalen los demás”. En la organización diaria no nos olvidemos de vivir. Paisajes como este ⬇️son los que descubres cuando decides fluir con la vida.
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |