Hace unos días fui a un centro comercial, no fui a comprar, más bien a visitar un lugar importante de mi adolescencia, en el que tengo demasiados recuerdos. Pero, como es de esperarse, allí no queda nada de lo que fue. Nuevas tiendas que no se comparan con las de aquella época y en general un lugar fantasma en comparación con el bullicio y la cantidad de gente que caminaba aquellos pasillos, y no es solo cuestión de pandemia, sino que con los años este lugar perdió todo lo que fue.
Yo quería imaginarme aquellos pasillos con gente caminando al son de No Doubt, de Ricky cantando Vuelve o de Olga cantando, Eh mentiroso ese hombre. Vaya imaginación. Y para serles sincera, me dejó un poco decepcionada, a pesar de que yo sabía que ahí ya no había nada de lo que fue, pero entrar y verlo es diferente. A veces tenemos afectos ligados a lugares y experiencias del pasado, y vale la pena preguntarse por qué. Por qué tratamos de viajar al pasado. Qué es lo que queremos encontrar ahí y por qué. No son preguntas para tomarse a la ligera. Y esa experiencia en el mall me dejó pensando mucho. Cuando uno hurga en el pasado, lo más probable es que termine decepcionado o contrariado, porque chocas con la realidad del hoy. Ya no se puede dar vuelta atrás, lo sabemos, pero hay momentos que queremos ir a buscar algo allá en el ayer. Y claro, nuestras experiencias del ayer se miran con lentes de aumento y con imágenes ideales, solo por la imposibilidad de recuperarlas, aunque en realidad no hayan sido tan ideales como las imaginamos muchos años después. Es como la venta de memorabilia, es la imposibilidad de conseguir ciertos objetos del ayer, lo que los convierte en artículos de colección que se pueden vender en millones de dólares. Y la gente los compra. Es la nostalgia y cierta obsesión con el ayer lo que hace que se invierta tanto en el pasado. En estos días veía en las redes sociales una foto de la pareja de protagonistas de una de mis películas favoritas, “13 going on 30”, Mark Ruffalo y Jennifer Garner. Se tomaron una foto porque se reencontraron para hacer una nueva película y la gente reaccionó super emocionada por el encuentro de Matty y Jenna, los personajes de esta comedia romántica. Yo fui una de las más de un millón de personas que le dio like a la foto. La película tiene 17 años (oh, Dios). Y es esa nostalgia con el ayer y lo que representa en algún lugar de nuestras mentes lo que desencadena todas estas emociones. Recordar lo que vivimos es lindo, pero dedicar demasiado tiempo a ello, no lo es. Y a veces, sin darnos cuenta, nuestra vida tiene una sobredosis de pasado. Cuando pensaba en mi experiencia de esta semana vino a mi mente ese versículo en Isaías 43:18 que dice: “No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas”. Boom! Esas palabras tan claras me llevan a la reflexión. Sabemos que la vida es hoy, lo decimos, pero en el hacer, se nos va la brújula. Y nos montamos en un carrito hasta el pasado al que ya no podemos volver y donde no tenemos nada que buscar. Dicen que recordar es volver a vivir, y es bonito recordar y abrazar los recuerdos, en especial, con esas personas amadas que ya se fueron. Pero no podemos vivir demasiado tiempo allá, porque en realidad lo real es el ahora, con todo lo que nos gusta del ahora y lo que nos disgusta también. Y esto tiene mucho que ver con ese porqué. ¿Por qué nos vamos en un viaje al pasado? Vale la pena preguntárnoslo, sobre todo, si hacemos estos viajes con frecuencia. Y te hablo de viajes al pasado de hace 30 años o hace tres días. ¿Qué creemos que tenemos en ese pasado que no tenemos hoy? Hay un ingrediente que percibimos que tenemos en ese pasado que sentimos que carecemos hoy. Llámese ilusión, éxito, amistades, amor, felicidad, cualidades físicas, llena el blanco tú. Hay una percepción ideal de ese pasado y podría apostar a que es una mentira que te has creído. El pasado no fue como te lo estas pintando en tu cabeza. Es posible que en aquel tiempo también estuvieras soñando con el pasado o añorando el futuro que vives hoy y muchas de las cosas que has alcanzado y por las que te debes aplaudir. Creo incluso que el deseo de volver atrás llega precisamente porque cuando vivimos esos años no los vivimos en tiempo presente, sino mirando hacia el pasado o futuro, entonces queremos volver a vivir ciertas experiencias con el reloj bien puesto. Y en el futuro querremos volver al día de hoy pues estamos haciendo lo mismo en este momento. Es tiempo de mirar hacia adelante, de vivir con ganas, con intención y con intensidad este momento que Dios te ha dado. Y bendecir el ayer, agradecer el ayer, pero continuar tu rumbo hacia el frente con aceptación. Aceptación, la llave de tantas y tantas puertas, entre ellas de la felicidad y la paz. El versículo de Isaías no solo da el consejo de no traer a la memoria las cosas antiguas, sino también habla de la consecuencia de mirar hacia adelante y confiar en Dios. “He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad”. Dios promete hacer algo nuevo, promete abrir camino, cuando miremos hacia adelante, porque de nada sirve que se abra el camino si estamos mirando hacia atrás. Hoy Dios te está abriendo ese camino, lo que se quedó en el pasado, lo hermoso, lo duro, lo desagradable, se quedó en un lugar al que ya no puedes regresar y donde no tienes ya nada que encontrar. Pero hoy, HOY lo tienes todo en tus manos, hoy es tu regalo. Ajusta tu reloj que la vida te espera.
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |