Cuando me enteré de su asesinato mi mente no lo podía asimilar. Ella era la secretaria de mi dentista. Solo recuerdo su simpatía, su pelo largo y negro, su sonrisa y su sentido del humor. Detrás de aquello que parecía una alegría constante, en casa vivía un infierno.
Un día su esposo la mató y se mató, dejando tres hijos huérfanos y secuelas que luego de décadas, de seguro, todavía sobreviven esos que quedaron. Creo que fue la primera vez en la vida que me topé con el tema de la violencia doméstica, un asunto que, tal vez por esa experiencia tan vieja, se volvió algo muy personal para mí. Esta semana me enteré del asesinato de Janice Zengotita Torres. Resulta que los acusados de matar a Janice, según la policía, confesaron que una mujer, llena de celos de que “el hombre que amaba” tuviera una relación con otra mujer, les encargó que acabaran con su vida. Y los presuntos sicarios, mataron a la persona equivocada. Cuando leo estas historias tan enredadas, me pregunto: ¿cuál es la lógica en la cabeza de alguien que quiere acabar con otro por celos? Como si terminar con la vida de esa persona fuera a traerle el amor de ese hombre que supuestamente ama. Dios mío, cuánto enredamos el amor y no tenemos ni idea de lo que es. Vivimos en una sociedad donde creemos que cuando estamos en pareja el otro es mío. Y vemos estos ejemplos horribles y pensamos que esas actitudes nada tienen que ver con nosotros. ¿Han sentido celos alguna vez? Y no me mientan que los conozco. Hace un tiempo hablaba con una amiga y le contaba de un chico que conocí. Le decía: “es un muchacho guapo, interesante y parece que tiene buen corazón...” Y ella, con la mejor de las intenciones, me dijo: “que alegría, porque tú mereces ser feliz”. Me sorprendió su respuesta y no le dije nada, porque sé que las dos tenemos películas muy diferentes en la cabeza. Cuando era niña creía que alguien vendría a hacerme feliz, hoy sé que eso me toca a mí. Ser feliz es un trabajo interno e individual. Ahora, compartir la felicidad con alguien que ya es feliz, eso es otra cosa. Pero creo que esa idea equivocada de que alguien me va a hacer feliz y ese aferrarnos y ver a los demás como nuestra propiedad es precisamente lo que hace caer en esos celos que terminan en muerte muchas veces. En cambio, cuando identificamos esas inseguridades en nosotros, porque los celos son buenos indicadores de nuestros conflictos internos, entonces podemos trabajar con nosotros. Necesitamos buscar nuestra felicidad, sabiendo que nada ni nadie nos dará felicidad, que no necesitamos nada para ser felices porque la felicidad está dentro. Y eso lo sabemos, lo difícil es vivirlo. Cuando entendamos que estamos completos, que nadie necesita completarnos, que nadie está para hacerme feliz porque eso es asunto mío, entonces iremos a las relaciones no por necesidad, no por miedo, soledad o para que alguien me complete, sino para compartir lo que ya se es y lo que se tiene. Si procuráramos esta forma de relacionarnos, basado en que estamos completos y felices, se transformarán nuestras relaciones humanas. Busquemos amar desde la libertad que da el haber hecho el trabajo de enamorarte de tu vida antes de enamorarte de otro ser. Como dijo Cristo: “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Pero si no te amas, ¿cómo vas a amar a alguien más? Este es todo un reto, pero nos llevará al verdadero amor, que puede aceptar al otro, porque primero se aceptó, que puede amar al otro, porque primero se amó. Qué bueno poder decir: ‘no te necesito, pero te prefiero. Puedo vivir sin ti, pero aún así, te elijo todos los días para que seas mi compañero de viaje’. Eso es amor.
0 Comments
|
Archivo
April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |