Más de una vez a alguna persona se le ha ocurrido que porque soy de Puerto Rico soy tremenda bailarina de salsa. Ya quisiera yo. Cuando escucho salsa se me mueven los pies automáticamente y doy dos o tres pasitos, pero de eso a lucirme en la pista, pues... no. Me podría ir a tomar unas clases, sería divertido, y de seguro mejoro, pero hoy, si me montas en una tarima a bailar salsa y esperas que de un show, habrá decepción. No se puede dar lo que no se tiene. Esa última frase, solo tiene nueve palabritas, pero que liberación contiene. En algún momento esperamos que personas en nuestra vida actuaran de una manera diferente. Pasa mucho en las relaciones con los padres, por ejemplo. Cuántas personas no arrastran rencores hacia su madre o padre por algo que hizo o dejó de hacer. Otros quieren cobrar deudas a sus parejas o exparejas por heridas de las que los responsabilizan. Otros con jefes, maestros, compañeros de escuela, de trabajo.Es como si cargáramos un bulto pesado lleno de todos los agravios que sentimos que otros nos han hecho. En estos días en que se celebró San Valentín hablaba con un amigo que me contaba que cuando era adolescente y muy pobre, cuando venía San Valentín procuraba enojarse con sus novias porque no tenía dinero para comprarle regalos. Parece que no había flores silvestres por esos lares, ni trabajos part time. Pero bueno, a veces, la fachada puede ser engañosa. Mi amigo, en lugar de reconocer sus carencias ante su novia, le montaba una pelea para que no se enterara. Hay gente que presenta fachadas de ‘todo bien’, pero por dentro viven tres guerras mundiales al mismo tiempo. Pero entonces, cuando nos topamos en la vida con lo que salió como no queríamos, nos frustramos, nos enojamos y señalamos a los otros como culpables. Sin ver, desde una vista panorámica todo lo que hay ahí adentro y trajo esa experiencia. Experiencia que es más para ti que para nadie. Experiencia que aunque no te guste es un regalito que necesitas. Experiencia que aunque creas que no tiene que ver contigo, vino a hacerte crecer. Hay que entender que las personas que han pasado por nuestras vidas, y que tal vez han dejado un sabor amargo, dieron de sí lo mejor que podían, lo hicieron lo mejor que sabían en su momento. No fue maldad lo que motivó sus acciones. Nadie puede dar lo que no tiene. Nadie puede llenar un vaso de agua si su fuente está seca. Y nosotros somos los primeros que tenemos que asegurarnos de llenar nuestra fuente con nuestra agua, esa es la única que puede saciar nuestra sed. Eso que quede grabado. Dejemos de buscar afuera lo que está adentro y hagamos las paces, aunque sea en nuestro interior, con esas personas que pensamos que nos lastimaron. Ya es hora de renunciar a cobrar deudas que nadie puede pagar. Suelta el rencor, suelta el enojo y ve en los ojos de esas personas la carencia, los conceptos que heredaron de sus padres y abuelos, que también hicieron lo mejor que pudieron, las heridas que ellos también cargan, inseguridades, miedos, complejos... Si puedes, habla personalmente con esa persona y haz las paces de forma honesta y con humildad, si lo sientes en tu corazón. También puedes escribir cartas para desahogar lo que sientes y liberar a esa persona y liberarte de esas cargas que no te dejan caminar en plena libertad. Recuerda, nadie puede entregar lo que no tiene. Es tiempo de soltar, liberar, agradecer lo que fue, aceptar lo que es y estar claro en que cada una de nuestras experiencias, en especial esas sacudidas violentas, nos dirigen a nuestra expansión y nuestro propósito si sabemos sacar lo mejor de ellas. Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |