Hace unos años, cuando hacía la revista Padres & Hijos del periódico, una embarazada nos pidió que publicáramos una carta que le escribió al bebé que esperaba con tanta ilusión.
Esta mujer ya había perdido varios bebés y este embarazo sentía que era la respuesta a tantas oraciones y sufrimiento. La carta comenzaba así: “Llegaste cuando las esperanzas ya estaban bajas. Tu papi y yo habíamos hablado sobre ti infinidad de veces. Elegimos tu nombre hace más de cuatro años. Siempre encontrábamos la manera de incluirte en nuestras conversaciones, planes y esfuerzos porque no concebíamos una vida sin ti. Como buenos padres primerizos y personas de fe, no creíamos la primera prueba y fuimos por otra de mejor calidad. En menos de dos minutos apareció la palabra que tantas veces antes se me había negado: ‘embarazada’. Tu papá gritaba, brincaba, me besaba y sacudía y yo me quedé paralizada, viendo la prueba y llorando como niña chiquita”. El pequeño Alberto era la ilusión de esta pareja, que poco después me mandó un mensaje diciendo que a la carta le agregara un: ‘en memoria de’, porque estos padres habían perdido al bebé que con tanto amor esperaban. Qué duros esos momentos, cuando lo que parecen ser respuestas de Dios a nuestros grandes deseos se vuelven aire entre nuestras manos. Creo que son las experiencias más duras de la vida. La vida nos lleva en ocasiones a decirle adiós a sueños que teníamos, dejando un gran signo de interrogación. Entonces, cuando lo que parecía la respuesta ya no es, nos preguntamos si vamos por el camino correcto y si los deseos que tenemos es nuestro corazón serán contestados algún día. Incluso si los deseos de nuestro corazón van acorde con el plan de Dios para nuestras vidas. Qué les puedo decir, lo único que puedo contestarle es que Dios tiene formas extrañas de hacer las cosas. Y que sin duda, hace milagros. Cuando era niña, en la primera iglesia que mi papá pastoreó en Ciales, una pareja que no había podido tener hijos adoptó cinco chicos. Tenían una familia preciosa. Luego de dar amor a esos niños y cuidarlos, cuando ya eran grandes, la madre adoptiva quedó embarazada y tuvo un hijo biológico a los 40 años. Cuando en nuestro corazón Dios nos ha dado una promesa y no la vemos cumplirse, la espera duele. Pero hoy quiero decirte que Dios no se ha olvidado de ti. Que esa semilla que un día él puso en su corazón dará su fruto. Tu sueño no está muerto. Dios te va a recompensar. Sigue creyendo, sigue pidiendo, sigue caminando. Dios nos va a sorprender. ¿Saben qué? Esa mujer de la que les hablé, que había perdido tantos embarazos, está por tener a su primera hija. La niña nace en marzo. Vi las fotos de su baby shower, está feliz. Dios tiene respuesta a tus anhelos, aunque hayan pruebas difíciles en el camino. Tal vez estas nos hagan valorar más aún los regalos hermosos de Dios. Y aunque nuestros relojes no esté cronometrados con el reloj de Dios, aunque parezca un cliché, he visto vez tras vez, que las intervenciones de Dios son simplemente impecables. Los tiempos de Dios son perfectos. La respuesta a tu promesa viene, así que: ¡prepárate! Un fuerte abrazo
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |