Hace muchos años me senté en un salón del periódico Primera Hora de Puerto Rico a entrevistar a quien era el presidente de la Asociación de Periodistas del país, Oscar Serrano. Lo entrevistaba para mi tesis de maestría en la que analicé la forma en que los medios locales cubrían los sucesos de muerte trágica.
En aquel entonces, los medios seguían la historia de un hombre llamado Miguel Cáceres, que fue acribillado por un policía. Un video mostraba los hechos, lo que en su momento se utilizó para denunciar abuso policial. Y en aquel tiempo, (antes de los celulares con cámara), era una rareza ver esta clase de videos crudos en los medios, imágenes que fueron repetidas una y otra vez en los noticiarios. Cuando le pregunté a Serrano si él creía que ese video se debía pasar en los medios y repetirse una y otra vez, me dijo que sí, que era una manera de asegurar que a la gente no se le olvidara lo sucedido. “La historia no se puede encubrir y la historia implica impacto“, me dijo Serrano en aquella entrevista. Pero una de las frases que se me quedó de aquella conversación, algo chocante para mí, porque yo venía del mundo del trabajo social y estaba entrando al del periodismo, fue cuando me dijo que “nada en este mundo ha cambiado ignorándolo”. Hoy, después de tantos años, esa frase, salida de una conversación sobre periodismo y ética, resuena para mí. A veces vivimos haciéndonos de la vista larga ante cosas que sabemos que tenemos que enfrentar, pero nos escudamos en que como somos personas a las que no le gusta la confrontación, pues mejor no. O creemos que ignorando el asunto se va a arreglar solo. O que ya Dios se encargará. Me gusta una cita de Martin Luther King Jr. que dijo que “creer que Dios hará todo y nosotros nada, no es fe, sino superstición”. Hay momentos en los que nos corresponde actuar y tener conversaciones que pueden ser desagradables. Y el solo hecho de pensar en eso puede retorcernos el estómago y acelerar las palpitaciones. Pero ignorar y dar largas es como tener un carro que sabes que está fallando e ignorar los ruidos, las luces de emergencia, y un día te va a dejar en la calle, tal vez, sin remedio. Tal como lo dijo Serrano, nada en esta vida puede solucionarse ignorándolo, nada. La vida nos lleva a esos momentos en los que hay que poner las cosas claras, hay que enfrentarse a la verdad, aunque no sea la que quieres escuchar, hay que preguntar para tener respuesta y poder tomar decisiones. Cuando no sabemos, cualquier camino es bueno. Cuando sabemos, el camino se nos ilumina. Esto requiere valentía, por supuesto. ¿Pero qué vida basada en la ignorancia vale la pena? La verdad nos libera, la verdad nos da opciones. La ignorancia, sobretodo, la autoimpuesta, es un carcelero que te roba el tiempo, la energía, las ganas. Tal vez hoy tú, como yo tantas veces, tienes una conversación pendiente que podría ser un antes y un después en una relación, en un trabajo, una empresa. Durante algún tiempo has dicho, ‘vamos a dejar que las cosas fluyan’ , y no has hecho nada. Pero con el tiempo tú te has seguido llenando de sentimientos negativos, confusión, desánimo, tristeza, enojo, desconfianza en otros o en ti mismo. Esos sentimientos no van a desaparecer ignorando todo y haciéndote el loco. Piensa que lo más valioso que tienes en la vida es tu paz mental. Para mí eso es oro. Cuando algo está afectando esa paz, hay que actuar. La falta de paz es un indicador de que algo está fuera de lugar en nuestra vida. Y sí, no hay duda qué hay ocasiones en las que el silencio es una buena medida, pero muchas veces, la vida nos está empujando a hablar, a tomar acción, a resolver. Y no lo hacemos, no porque creamos que en ese momento el silencio es la solución, sino porque estamos muertos del miedo. O decimos que venga ella o él, que de el paso para hablar. Hoy te invito a dar ese paso valiente. Yo lo he dado, unas cuantas veces en mi vida y siempre ha traído bendiciones a mi vida, me ha hecho una persona más valiente y me ha regalado lo más importante, la verdad y la paz. Créeme, que la verdad es mejor que cualquier mentira que fabrica nuestra cabeza. Y podemos lidiar con ella. Por supuesto. Con lo que no podemos darnos el lujo de lidiar es con esa mala costumbre de ignorar, de callar, de hacernos de la vista larga cuando algo nos está comiendo por dentro, poco a poco. Corremos el riesgo que se nos vaya la vida así y terminemos con una vida a medias, rodeados de miedos, confusión y mentira. Si queremos una vida que valga la pena, las conversaciones difíciles son requisito, porque muchas veces, esas nos dicen por dónde, nos quitan vendas de los ojos y nos liberan. Hoy te invito y me invito a que seamos cada día más valientes para hablar nuestra verdad, desde nuestro corazón. Sin faltas de respeto, pero con firmeza y seguridad. En momentos como ese yo le pido a Dios sabiduría y paz para poder pensar, escuchar y hablar. No sigas dándole largas al asunto, para bien o para mal, porque quien se atrasa eres tú, quien se engaña eres tú, quien se afecta eres tú. Tu paz vale oro. No olvides esa frase tan simple que me dijo ese talentoso periodista, ‘nada en este mundo ha cambiado ignorándolo’. Pero todo cambia confrontándolo. Sobretodo, tú cambias. Y eso es lo más importante.
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |