Así, sin avisar nos llegó el otoño al hemisferio norte. El frío inicial fue lo que dio pistas de que empezaría una nueva estación. Creo que lo más raro, al menos para mí, es que no pude disfrutar bien esos meses del verano y el calorcito por las pocas salidas debido a la pandemia.
Pero, cada estación tiene sus bendiciones y el otoño trae ese cambio de colores espectacular y temperaturas bastante agradables si andamos con algunas capitas, en mi caso, porque soy bastante friolenta, al principio de los cambios de estación. Ya al final uno queda anestesiado. Creo que lo más bonito de los cambios de estación son los cambios en sí. Ver la evolución de esa creación perfecta que representa ese nacer, crecer y morir, para volver a nacer. Mi estación favorita es la primavera. Ver que de esos árboles secos que parecen muertos, que dan cero esperanzas de poder sacar algo nuevo, de repente vuelven a salir hojas y en poco tiempo están cubiertos, es una experiencia tan hermosa y esperanzadora a la vez. Cada nueva estación es señal de que siempre se puede renacer. Y tal vez es momento de impulsarnos hacia una nueva estación, de rediseñar nuestras vidas. Cuando miramos nuestra vida y no nos gustan los resultados que estamos produciendo, es momento de rediseño. Cuando evaluamos cómo nos sentimos, nuestro nivel de energía, nuestro estado de ánimo y no nos gusta lo que encontramos es tiempo de un rediseño. Cuando nos sentimos desconectados de nuestra fuente, Dios, y nos sentimos perdidos y sin propósito, es momento de rediseño. Cuando hacemos lo que hacemos, en piloto automático, sin motivación alguna, sin disfrute es tiempo de rediseño. Cuando estamos por estar, por necesidad, por el qué dirán, es tiempo de rediseño. Cuando los días parecen idénticos mientras nos sentimos atrapados en lo mismo, es momento de rediseño. Cuando no nos gusta lo que el espejo nos muestra es momento de rediseño. Si sigo, la lista sería interminable. Todos podríamos estar hoy ahí, en alguna o varias áreas de nuestra vida. Tal vez, es la carrera, el empleo, la salud, la apariencia física, la espiritualidad, la autoestima, la relación de pareja. Hoy, igual que esas hojitas que se están tornando amarillas, anaranjadas, regalando una vista hermosa es tiempo de vestirnos con nuevos colores. Es tiempo de rediseño. Eso no llega como por arte de magia en un fecha pautada, como en el calendario que en este año se determinó que el martes pasado comenzara el otoño. Nos toca a nosotros ponerlo en el calendario. Y no solo una fecha de comienzo, sino el día a día de esa transformación y lo que requerirá. Las transformaciones tienden a emocionarnos por los resultados finales. De hecho, creo que los programas de makeovers están entre los más populares en la televisión. Pero lo que no nos gusta es el proceso. Cuando el asunto aprieta tendemos a rajarnos. Hoy te pregunto y me pregunto, qué hace falta para conseguir esa transformación que tanto deseamos. Qué requiere que tengas ese nuevo nivel de éxito en tu carrera, o en tu matrimonio, tal vez alcanzar un peso saludable, o adaptar una nueva alimenación, o crecer en tu vida espiritual. Esto requiere evaluarnos y hacer una lista. Eso es esencial, pero el próximo paso que nos toca hacer cada día es el más importante, y es asumir un compromiso de que no matter what, caminaremos a esa meta con responsabilidad diaria, invirtiendo nuestro tiempo, recursos y energía hacia ese propósito. Ojalá tu situación de hoy te tenga tan harto, que te decidas a vivir una nueva vida, a conquistar una nueva vida. Creo que todos hemos llegado a momentos de hartazgo que decimos, “necesito cambiar”. Pero muchas veces nos acomodamos otra vez en nuestro nido porque aunque nos duela más quedarnos en la parálisis, es mejor la comodidad de lo conocido, así esté matando nuestro espíritu día a día. Ojalá hagamos como esta nueva estación, nos revistamos con determinación de todo lo que haga falta para alcanzar eso que tanto deseamos y tanto nos merecemos. Porque todos merecemos vivir a plenitud y felices. Esta estación nos enseña otra cosa, y es que en el otoño esos colores que tanto admiramos son signo de algo que va muriendo. Es un proceso de muerte para que se pueda producir un renacimiento. Esas hojas se secan hasta que al final se caen. Al árbol le volverán a salir hojas, pero no las mismas. Me hace preguntarme a qué debemos morir para entrar a la nueva estación, qué costumbres, pensamientos, maneras de hacer las cosas debemos dejar atrás. A quiénes debemos dejar atrás. Siempre pienso en ese versículo bíblico en Juan 10:10 que dice: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Siempre pienso que la vida abundante no tiene que ver necesariamente con una cantidad de años, sino con una vida rica, disfrutada, profunda en significado y contribución a otros seres humanos. ¿Qué clase de vida estamos viviendo? ¿O es que las distracciones y la falta de acción son ese ladrón que se disfraza y a dosis diaria nos roba y nos destruye? Dios nos creó para tener una vida maravillosa, pero depende de nuestras acciones si esa oportunidad de la vida abundante que Dios nos regaló se hace realidad en nuestras vidas. En fin, miremos la naturaleza perfecta, esos paisajes nos hablan de cómo vivir, de que la evolución es continua, porque lo otro es muerte. Así nos falten por vivir 80 años. Es tiempo de rediseño.
0 Comments
|
Archivo
April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |