No sé si fue mi primer día o uno de los primeros días de clase en séptimo grado, pero cuando mi papá me buscó a la escuela en la tarde, me encontró con los zapatos y la medias llenas de fango y un aroma particular.
En mi nueva escuela una perra había parido y descubrí junto a dos amigos los perritos y nos volvimos locos con aquellos animalitos, los cargábamos, nos metíamos al lodo donde estaban, yo les llevaba salchichas para alimentarlos y terminaba el día apestosa a perro, pero emocionada de lo que estaba haciendo junto a mis amigos, Bárbara y Félix: los salvaperros. Sentía que teníamos la misión de cuidar aquellos perritos, y aunque no logré convencer a mis papás de adoptar uno de los cachorros, los cuidamos hasta donde se pudo. Por semanas llegué con aroma a perrito y los zapatos llenos de fango y el uniforme también. Mi hermana me molestaba en aquel tiempo por volverme tan salvajita con aquellos animales, después de todo ya tenía unos 12 años, 'ya estaba grande para aquello'. Yo puedo recordar que aquellas semanas fueron de misión, yo sabía que estaba haciendo lo que debía y sentía un fuerte entusiasmo, esa buena corriente eléctrica por el cuerpo me impulsaba hacia aquellos animalitos. Ese espíritu a veces lo enjaulamos cuando vamos creciendo. Hace un tiempo conocí a Aiden David Rivera, un niño de 9 años, decidido a hacer la diferencia. Él y su familia son voluntarios de la organización Samaritan's Purse que ayuda a niños necesitados en todo el mundo. Esa ayuda llega dentro de cajas de zapato llenas de juguetes, artículos de higiene personal, útiles escolares y más. El año pasado David se puso la meta de llenar 250 cajas y su madre sorprendida le dijo que su meta era demasiado alta, a lo que su pequeño le preguntó: "¿No crees que Dios lo puede hacer?". Tocando puertas de restaurantes y tiendas, las donaciones empezaron a llegar y al final llenaron casi 500 cajas. Este año David se puso la meta de llenar 500 cajas, pero acaba de rebasar su meta y aunque todavía colectará más cajas, este campeón con un corazón gigante, ya llegó a las 1,000. Ponte a pensar cuando miras atrás, ¿qué hacía que te brillaran los ojos cuando eras niño? ¿Qué misión te movía? ¿Qué nos ha hecho dejar ese ser atrás? Tal vez las ocupaciones, las opiniones ajenas, el estrés de la rutina diaria, la seriedad mortal de la vida adulta. A veces nos desconectamos de nuestra esencia. Y esa esencia no ha cambiado , es la misma si hoy tienes 40 a cuando tenías 5 años y jugabas con tierra. Cuando veo a pequeños como David, haciendo cosas grandiosas me hace pensar que es necesario reconectar con mi esencia que tal vez dejé tirada unos capítulos atrás y no me acuerdo de ella. A veces la acciones de otros son un recordatorio importante de que estamos hechos del mismo material y nos redirigen hacia nuestro propósito. Me encanta que Jesús nos llame a ser como niños. Los niños tiene una fe ilimitada, ellos aman a otros incondicionalmente y no se complican, en un minuto están peleando y en el próximo jugando como si nada. Esa hermosa esencia sigue en tu alma aunque tengas 90. Por eso, quiero despertar a esa niña que hay en mi, esa que se iba a buscar perritos cada tarde, para cargarlos, alimentarlos y jugar con ellos, sin darse cuenta que se enfangaba de la cabeza a los pies y de que terminaba con olor a perro. Esa niña estaba enfocada en una misión: servir y disfrutar, dos alas de un mismo pájaro. Cuando reconectes con esa esencia, ¿qué harás? ¿A quién servirás? Hay muchos que están esperando tus palabras de aliento, tu abrazo, tu albergue, tu arte, cualquiera que sea y en la forma en que sea el talento que Dios te dio, no lo desperdicies. Vuelve a tu esencia, quita las capas que haya que quitar, porque en el camino hemos construido paredes que nos toca demoler, para conectar con nosotros y así con los demás. Dios nos llama a ser luz en medio de las tinieblas y a ser sal, que le de sabor a este mundo, nos llama a hacer la diferencia. Nuestra misión es más grande que nuestra vida, se trata de servir a otros, de amar a otros, de mejorar la vida de otros. ¿Te imaginas todas las sonrisas de niños y familias agradecidas que ha dejado David a su corta edad? ¿Cuánto podemos hacer tú y yo? Date entero, como niño, que se moja en la lluvia, que se ensucia en el fango, que se ríe a carcajadas y cree en los imposibles.
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |