Hace muchos años, cuando mi hermana se mudó a Georgia para estudiar, la extrañé horrores y la lloré mucho. Mis papás estaban igual que yo por la pena de la separación. Fueron días difíciles y al expresar mi tristeza alguien muy querido me dio un consejo que practiqué en aquel entonces. Me dijo que fuera fuerte y no llorara delante de mis papás porque eso los haría sufrir más. Hoy, después de unos cuantos, muchos años y la experiencia del camino, sé que aunque ese fue un consejo que me dieron con mucho cariño no fue el mejor consejo. Reprimir el dolor no nos hace bien, en realidad no le hace bien a nadie. La verdad es que cuando pasamos situaciones difíciles, algunas mucho más desafiantes que una separación familiar, el hecho de que alguien llore o deje de llorar, o sea lo que sea que pueda decirnos, nada realmente empeorará el dolor que ya sentimos. Por el contrario, creo que llorar juntos cuando pasamos situaciones difíciles es necesario y sanador. Más allá de eso, los proceso de duelo, que no necesariamente vienen por muerte física, sino por cualquier pérdida, son naturales y a veces los tratamos como si no lo fueran. Intentamos evadirlos o ignorarlos. Por eso se le hace tan difícil a la gente acudir a un funeral y hablar con los dolientes, en especial con la familia. Muchas veces pensamos: ‘es que no sé qué decirle’. Incluso le damos largas a una llamada para expresar nuestras condolencias. Queremos encontrar las palabras exactas. Y eso no existe. Sheryl Sandberg, la jefa de operaciones de Facebook habló con Oprah de su experiencia tras la repentina muerte de su esposo. Sandberg dice que mucha veces la gente teme decir algo, pues no quieren que la persona recuerde su pérdida. Pero ella asegura que no hay nada que la gente pueda hacer que cause que recuerdes más o menos el hecho de que perdiste a tu ser amado o lo que sea que hayas perdido. Eso no se borra de la mente, simplemente, con el tiempo se logra aceptar. Es importante normalizar la pena, el dolor, las lágrimas. Todos pasamos y pasaremos por momentos en los que lo que necesitamos es llorar o hablar de nuestro dolor. A veces con que alguien nos escuche y valide nuestros sentimientos basta. Y qué maravilla cuando alguien llora con nosotros o cuando nos deja saber con su respuesta que también ha vivido una pérdida y que no estamos solos. Es momento de normalizar la expresión del dolor, de darnos permiso y darle permiso a los demás para que lloren su pena o hablen de su dolor cuando lo necesitan. El querer ser Superman o Wonder Woman no nos hace bien. La idea de que alguien más debe ser de piedra ante los embates de la vida es un peso muy grande. Si algo yo sé es que el dolor nos fortalece, pero llegamos a sacar músculos espirituales y mentales después de llorar, preguntar, desahogarnos, cuestionar, pero no antes. Entonces, si estás pasando por un momento de dolor no lo reprimas, si alguien cercano está pasándolo, acompáñalo con comprensión y empatía, y no con miedo de qué es lo políticamente correcto que se debe decir ante estas situaciones. No hay libretos, solo muestras de amor, presencia y afecto sinceras que valen más que mil palabras. A la gente que me ha acompañado en mis tormentas, no la recuerdo por lo que me dijeron. Pero no olvido, ni olvidaré que estuvieron presentes. Nunca olvidaré su afecto, su solidaridad, sus oraciones y que me escucharon y me dejaron hablar y llorar. Eso es lo más valioso y lo que nos regala la oportunidad de compartir lo más sagrado que llevamos en el alma con otros, saber que tenemos la libertad de ser nosotros mismos en los momentos de dolor y después del desahogo saber que eso, como todo lo demás, pasará. Porque toda tormenta tiene un fin. Date tiempo, date espacio, llora, levántate más fuerte y acompaña a quien hoy te necesita. La vida tiene ciclos, vívelos con libertad y así darás permiso al mundo para vivir en la misma sintonía. El llanto podrá durar toda la noche,
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |