Cada Navidad yo era la primera en correr al árbol, aún después de grande, madrugaba para descubrir lo que Santa me había traído.
Me acuerdo que hacía unas cartas a Santa con listas kilométricas de lo que quería y mis papás me recordaban que Santa venía pobre ese año. Esa mañana siempre era de celebración y con bicicletas, muñecas o Nintendo, pasaba un día con una sonrisa de oreja a oreja. Hoy, mientras veía a mis sobrinas abrir sus interminables regalos, tantos que no saben con qué jugar primero, pienso en las abundantes bendiciones que tenemos en nuestra vida y que a veces se nos pierden de vista por estar tan acostumbrados a ellas. Y no hablo sólo de lo material, que es bueno y necesario, pero también de nuestra salud, que cuántos en un hospital darían por tener, de nuestras familias, que tanta gente sola quisiera disfrutar, de nuestros trabajos, nuestros amigos, el alimento, que a veces botamos. Te pongo un ejemplo: tienes esa familia que tanto pediste, esa esposa o esposo, esos hijos y ahora ya se volvió algo común, no la aprecias con ese asombro y agradecimiento que antes sentías. O tienes ese carrito lindo que tanto querías y ahora ni lo lavas, parece una oficina, closet, camión de distribución, con todo lo que tiene adentro. Volvamos a sorprendernos y a agradecer todo aquello que un día era como un milagro y hoy cayó en la caja de lo común. En estos días terminé de pagar mis cuentas de 2016 y sentí un agradecimiento por la provisión de Dios, porque no doy nada por sentado. Lo que hoy damos por sentado podría convertirse mañana en una añoranza. Por eso, hoy, Día de Navidad, y todos los días, demos gracias por las infinitas bendiciones que tenemos, porque tenemos de más. Hoy, día en que celebramos el nacimiento de Dios, es un buen momento para reconectar con él, para agradecer sus bendiciones con nosotros, por este año que nos ha permitido vivir. Hoy es un buen día para renacer en nuestro interior, para recordar que Dios siempre está adentro, pero hay que sacarlo a pasear en nuestras acciones diarias. Más que verlo en el pesebre hay que sentirlo adentro y dejar que brille en nosotros, que sea nuestro padre, nuestro maestro, nuestra guía, nuestro gran amigo. Vivamos con agradecimiento, porque estamos rodeados de bendiciones y milagros, es que a veces andamos dormidos y no los vemos. Desde lo profundo de mi corazón agradezco su amistad, que lean mi blog, sus palabras de estímulo en este espacio que me ayuda a compartir mis lecciones, reírme de mis metidas de pata, que también son las suyas. Es un placer enorme saber que lo que escribo por aquí ayuda a algunos de ustedes. Gracias por eso. Un abrazo grandote a todos y feliz Navidad Joha
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |