Johanes Roselló
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Cambio exacto

4/7/2018

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Llegué al centro de Atlanta para una entrevista sobre el aniversario número 50 del asesinato de Martin Luther King Jr. Y estaba esperando a mi invitada para hacer una transmisión en vivo.

Saqué mi equipo de la mochila para montarlo y prendí mi micrófono para asegurarme que tuviera suficiente batería. Cuando miré, tenía solo una línea, lo que me indicaba que en cualquier momento me quedaría sin batería. Empecé a buscar mis baterías extras y me di cuenta que las había echado en otra cartera.

Inmediatamente, me empecé a preocupar sobre cómo me iría en mi transmisión y si aquel micrófono duraría o me quedaría sin sonido en plena entrevista en vivo.

De repente un señor mayor, empleado del museo donde estaba se me acercó. Me saludó y me preguntó si me podía ayudar en algo. Le conté lo que pasaba con el micrófono y de repente vi al hombre meter la mano en su bolsillo.

Yo con esta fe tan grande que me caracteriza pensé que sacaría cualquier otra cosa. Cuando de momento me dice: “verifica si estas te sirven”.

Ante mis ojos, abiertos como pescado en el freezer, cuatro baterías Duracell AA. Exactamente las que necesitaba.

No es la primera vez que experimento esos guiños de Dios.


Una experiencia similar me pasó hace unos meses, unos días después del huracán María en Puerto Rico. En aquel tiempo la comunicación con mis papás era fatal y yo estaba triste porque estaba en el aeropuerto a punto de viajar a San Francisco y aunque habíamos hablado unas horas antes de mi viaje, por pocos minutos, me dolía el corazón viajar y saber que ellos estaban en esas condiciones.

Entonces me vino a la mente un himno que nunca canto, pienso que tal vez porque papi a veces lo canta, que de repente vino a mi mente.

Empecé a cantarlo en mi mente y decidí buscar la letra en Google y lo primero que me salió fue un video en YouTube de la iglesia donde asisten mis papás y en una parte del video vi a papi caminando hacia su asiento.

Me dio una emoción tan grande al saber que de una forma misteriosa Dios respondió a mi oración y me dijo a través de esa experiencia tan rara que mis papás iban a estar bien. Allí, en una silla del aeropuerto, bajaban lágrimas de agradecimiento por mi rostro.


¿Crees que esas experiencias fueron coincidencias? Llamémoslas diosidencias.

Yo siempre he creído que Dios se mete en todo en mi vida desde lo más grande hasta lo más pequeño. Y de hecho, es en esas cosas pequeñas donde yo veo más clara su intervención y su amor por mi.

Uno de mis versículos bíblicos favoritos es: “Fíate de Jehová de todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5-6).

Eso de reconocerlo en todos mis caminos es para mí, dejar a Dios entrar a cada habitación de mi vida. No excluirlo de ninguna área. Porque a Dios le importa que yo tenga un sustento para vivir. Pero también las baterías para que no se me apague el micrófono.

Dios se involucra en donde le permitimos que lo haga. A él le importa todo lo que a ti te importa, porque te ama.

Y para mí la demostración tan clara de la provisión de Dios en lo pequeño es un recordatorio de que él también se encarga de lo grande. Y que él está pensando en mi bienestar y en el tuyo, a cada momento.

Mi experiencia es también un recordatorio de que en la vida no hace falta andar tratando de controlar las cosas. Que hay que fluir, que hay que confiar.

Y es que a veces decimos ser gente de fe, pero fe es precisamente lo que se va por la ventana cuando algo se sale de nuestro control. Y cuando estamos controlando, no estamos confiando.

Sé que al igual que yo, tienes experiencias de momentos en los que has visto la mano de Dios regalándote el ‘cambio exacto’ en el momento preciso.

Vale la pena recordar esos momentos cuando te diriges hacia un túnel oscuro. En medio de él te pasará como a mí, saldrá del bolsillo de un desconocido exactamente lo que necesitas, ni más, ni menos.

Hoy es un buen día para recordar que Dios está presente en tu vida en lo inmenso y en lo invisible a los ojos. Y él, como un buen papá, quiere sorprenderte y gritarte un te amo, con cuatro baterías Duracell y la sonrisa de un extraño.
1 Comment
Pierluigi Mancini PhD link
4/8/2018 07:00:53 am

Las diosidencias en mi vida se han vuelto expectativas en lugar de sorpresas en mi vida. Especialmente estos últimos dos años. Gracias por compartir.

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