El otro día encontré unos zapatos que originalmente costarían más de 800 dólares en una tienda de segunda mano, por $5.99.
Me salieron estrellitas y corazones por los ojos. Los zapatos estaban en perfectas condiciones, solo había un pequeñito detalle: eran size 9 y yo soy 6 y medio. La rareza de encontrarme con aquel par, que me gustó tanto me hizo llevármelos. Yo dije, ‘o los vendo o hago que me sirvan, sí o sí’. ¿Adivinen cuál opción escogí? La segunda, claro. Al siguiente día los llevé donde un zapatero y le pedí un milagro. Él me aseguró que era capaz de arreglarlos y yo, obviamente, viendo que me sobraba gran parte del zapato, le insistí. ¿Usted está seguro de que puede hacer que un zapato 9 le sirva a alguien 6 y medio? En ese momento, el zapatero se ofendió y me preguntó si yo dudaba de su técnica. Ahí, definitivamente no hubo más que callarse, y aunque el cobra por adelantado, me dijo, ‘no te voy a cobrar ahora, te llamaré para que te los pruebes, y tú me dirás’. Al siguiente día recibí su llamada para probarme los zapatos. Yo no lo podía creer cuando me puse aquellos zapatos, me quedaron perfectos. Honestamente, no sé qué hizo aquel zapatero, pero era un milagro ante mis ojos. Le dije, ‘usted es un mago’, y me dijo, ‘tú me convertiste en un mago’. Él tomó mis palabras como un reto y simplemente se esforzó hasta lograr aquel difícil trabajo. Y su cara de satisfacción reflejaba lo honrado que se sentía. Y la mía, pues la felicidad de que esa locura de meterme en un zapato más grande, al final resultó. Hay momentos en que nos toca meternos en zapatos que nos quedan grandes, ¿no? Hay momentos en que sentimos que no tenemos lo que hace falta para lograr un propósito, para cumplir con un rol que nos han encomendado. Y como yo, sentimos que el pie no nos da para llenar esos zapatos, en ocasiones porque nos toca asumir una responsabilidad que quien estuvo antes que nosotros era un total pro, haciéndola. Es entonces cuando podemos dejar el zapato en el rack y decir: ‘esto no es para mí’, y dejar pasar una oportunidad, que posiblemente, nunca regrese. O podemos, arriesgarnos y tener fe de que si Dios nos dió una encomienda, también nos capacitará y pondrá a la gente correcta en nuestro camino para cumplir la meta. Dios es como ese zapatero y nos dice: ‘¿dudas de mi poder y de lo que yo puedo hacer contigo?’ Y otra cosa, es importante saber que las bendiciones que Dios trae a nuestra vida también vienen llenas de desafíos y habrá que pagar precios, como me tocó a mí pagarle a un zapatero. Tal vez te toque dedicar tiempo y arriesgar el pellejo para conseguir llegar adonde deseas, después que Dios te abra esa puerta. Recuerda que él va contigo. El zapatero quiere hacer milagros en tu vida, él puede hacer que tus pies que parecen pequeños, llenen zapatos que se ven muy grandes. Da ese paso, con fe, aunque sientas que aún te sobra medio zapato. Dios quiere lanzarte a nuevas alturas, recuerda no dudar del zapatero, porque su técnica es perfecta.
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |