Yo no soy fan number 1 de tantas cosas, pero si de una soy fanática loca es de los camarones. Desde que los probé, como a las 10 años, quedé enamorada hasta hoy. Recuerdo que cuando hacían algún platillo con camarones en mi casa y mi papá veía que ya me había comido los míos, él siempre me echaba de los de él. Papi sabía que iba a poner una sonrisa en mi cara y por eso me regalaba sus camarones, sin pena alguna. Eso es la gracia. Recibir un regalo que no hiciste nada para ganar, pero alguien te lo da por puro amor, con la única finalidad de verte feliz. Una de las definiciones de gracia es beneficio o favor que se obtiene sin merecimiento particular. Todos, si miramos atrás, hemos experimentado momentos de gracia, de recibir regalos u oportunidades, sin que hayamos hecho algo para merecerlas. Eso es gracia. Recuerdo una vez que viajé con mi abuela a Estados Unidos. En el aeropuerto todo el mundo saludaba a mi abuela, algunos le daban besos y abrazos. Todos eran desconocidos. Mi abuela parecía una celebridad. Yo la miré y le dije: ‘abuela, todo el mundo te quiere’, ella me dijo: ‘es la gracia de Dios’. Dios nos regala una gracia que es difícil de entender e incluso podemos negarnos a recibirla porque va en contra de muchas cosas que hemos aprendido. La sociedad nos ha enseñado que todo lo tenemos que ganar con gran esfuerzo, que si actuamos bien vendrán cosas buenas, que si nos equivocamos nos merecemos un castigo. Pero el reino de Dios es diferente, el busca a los que se han equivocado para abrazarlos, limpiar sus heridas y darles la mano. Si en nuestra mente tenemos grabado ese ‘error y castigo’ de este mundo, veremos a Dios como un juez severo, que nos dará la espalda cuando nos equivoquemos y que está esperando con la correa en la mano para castigarnos. Pero ese no es Dios. Él es un padre amoroso y compasivo que quiere vernos sonreír, como mi papá que sacaba los camarones de su plato para dármelos. Dios quiere vernos felices. La Biblia dice que Dios vino para que tengamos vida y la tengamos en abundancia. No te cierres a la gracia que Dios te está regalando. No permitas que los parámetros de este mundo te impidan experimentar ese amor sobrenatural de Dios por ti. Él te creó y por eso te conoce más que nadie y te ama más que nadie. Él no está esperándote en la esquina con la correa para darte ‘fuete’ como dicen en mi tierra. Él te está esperando, sí, con los brazos abiertos para tocar tu rostro, mirarte a los ojos con amor y darte un abrazo. Hazte un favor desde hoy y abre tus brazos también, para recibir su gracia. Es un regalo, inmerecido, maravilloso, difícil de entender y tuyo. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |