Johanes Roselló
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¿Te disculpas cuando lloras?

12/13/2015

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Los que me conocen bien saben que soy llorona. Puedo llorar de tristeza, de emoción, agradecimiento o a carcajadas.
Y qué bueno es de vez en cuando dejar rodar las lágrimas. Qué alivio deja una llorada de esas.
Desde hace tiempo comprendí que llorar es necesario, y me permito hacerlo en los momentos que lo necesito.
Cuando he atravesado momentos difíciles he aprendido a tener paciencia conmigo y dejar que las lágrimas rueden cuando sea necesario.
Pero nuestra sociedad no ve las lágrimas bien, las considera un símbolo de debilidad. Esa es una realidad para todos y el particular con los hombres que se enfrentan al machismo y sus conceptos distorsionados de la masculinidad.
He descubierto que un buen y necesario llanto es un proceso de fortalecimiento y no de debilidad. Cuando desahogamos lo que sentimos, cuando tenemos el valor de reconocer nuestra debilidad, nuestra humanidad, nuestra flaqueza así también se nos revela un camino hacia lo que necesitamos para crecer y ser mejores. Y en ese proceso nos vamos descubriendo y conociendo.
Las lágrimas no tienen nada de malo. No hay porqué sentirse mal por llorar. No hay porqué disculparse por llorar.
Y claro que uno no puede andar por la vida siempre con el pañuelo. Hay que sanar. Hay que seguir adelante. Hay que explorar todas nuestras estrategias para que lo que nos hace llorar hoy no lo haga mañana. Y también hay que explorar qué estrategias hay a disposición para manejar nuestro dolor. Tal vez una mejor alimentación, ejercicio, descanso pueda ayudar al cuerpo a enfrentar mejor las tensiones diarias y hacer una gran diferencia.
Pero les repito, cuando tengan que llorar sea por dolor, emoción o de la risa, adelante. No hay absolutamente nada malo en llorar. Por el contrario, es un mecanismo maravilloso con el que fuimos creados, pero algunos por vergüenza lo han desactivado.
No te avergüences de llorar. Esas lágrimas, aunque no lo creas pueden tener un efecto como el de las espinacas de Popeye, pueden fortalecerte.
Deja que las lágrimas rueden cuando haga falta. Recuerda que todos, de vez en cuando, lloramos.
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