Siempre fui malísima para la matemática, a veces pienso que es un tipo de fobia. Pero toda la escuela luché para poder pasar esa clase, en especial cuando ya no se trató solo de suma y resta.
Y cuando llegaron las fórmulas ni te cuento. Tomar álgebra o geometría era como un castigo. No le encontraba sentido a aquel esfuerzo para aprobar algo que no tenía significado para mí, que no me servía para nada, y no entendía ni papa. Y que si no lo apruebas, algo te pasa, porque se supone que todo al mundo entienda las matemáticas, se supone que todo el mundo las pueda aprender y aprobar. ¿Quién se inventaría eso? La escuela es uno de esos tantos lugares donde nuestras vidas son evaluadas bajo los estándares de otros, si somos malos en tal o cual materia, somos fracasados. Y es interesante que esos estándares no han cambiado. Los chicos de hoy día reciben la misma educación que yo recibí en mi momento, sin que haya habido una transformación encaminada en ayudar a los jóvenes a formarse de acuerdo con sus fortalezas particulares. Es como pasarle la misma receta a todo el mundo y dividir entre los aprobados y fracasados. Entre los sobresalientes, la media y los otros. Algo así viví por mi peso desde pequeña. Siempre fue flaca, siempre lo he sido. Y cada vez que un médico me pesaba, como no estaba bajo los estándares de peso de mi edad, me consideraba que estaba bajo peso. Y yo estaba en perfectas condiciones, saludable, solo que flaca. Así siempre he sido. Y siempre pensaba en esos estándares sin sentido, que tratan de encasillarnos de tantas maneras, que ven al mundo como un millón de ejemplares de un mismo libro, cuando todos somos otra cosa. Y no es andar peleando con la vida como un rebelde sin causa, pero es importante darnos cuenta dónde otros mueven los hilos de nuestra vida y que necesitamos conocernos profundamente para ir soltando esa maraña en la que hemos estado enredados por años. Para poder vivir esta vida de la forma más auténtica que se pueda. Hay tanta sabiduría que he sacado del ensayo ‘Adentro’ de Miguel de Unamuno, que en más de una ocasión se los he mencionado. Y esta cita me recordó que no tenemos que ser ni buenos para la matemática, ni flacos, ni gordos, ni ninguna otra cosa para estar bien. Con vivir auténticamente basta. “Si la fórmula de tu individualidad es complicada, no vayas a simplificarla para que entre en su álgebra; más te vale ser cantidad irracional que guarismo de su cuenta”. Amén a eso.
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |