Hace unos años mi abuela nos visitó en Atlanta. Durante su estadía lo que se planificó como un viaje de descanso y diversión, acabó en una larga estadía en el hospital cuando la viejita se cayó y se fracturó la cadera.
La actitud positiva de ella fue impresionante. Y cuando después de más de 10 días en el hospital salió, algunos de sus terapistas le escribieron cartas sobre su experiencia con ella, otros se despidieron con mucho cariño. Ella, en esos días desarrolló una relación muy especial con esos cuidadores que para mi es un misterio. Mi abuela no habla ni una palabra de inglés y esas personas menos español. Pero eso no le impidió comunicarse como fuera con ellos. Cuando mi abuela se encuentra con gente en la calle que sin conocerla se le acercan para abrazarla, siempre dice: 'es la gracia de Dios'. Y yo no lo dudo. Hay un ingrediente en nosotros que rebasa muchas virtudes que podamos tener y sin buscarlo nos abre puertas. Bien dicen que el amor es el lenguaje universal. Un gesto de aprobación, una sonrisa, un abrazo, una mirada tierna, misericordiosa, un gesto de 'estoy contigo', dice mucho sin necesidad de palabras. Mi abuela no necesitó el inglés para salir de ese hospital con nuevos amigos, con gente que de seguro hoy día la recuerda. La palabra que muchos quieren oír Esta semana conversaba con una persona que vivió mucho rechazo en su país por su orientación sexual y estaba luchando contra una orden de deportación porque temía volver a su tierra y ser asesinado, como lamentablemente ocurre con frecuencia en Honduras por estas razones. Me dijo que estaba muy agradecido con su abogado porque lo ayudó y porque lo miraba con ojos de compasión y de comprensión. El abogado no habla español, así que no se podía comunicar directamente con su cliente en su idioma, pero eso no impidió poder manifestarle su apoyo con sus gestos. Eso fue suficiente para que esta persona se sintiera validada. El amor que uno da nunca cae en saco roto, siempre regresa. Y ese amor, esa calidez, no tiene que tener palabras, de hecho, los gestos más hermosos muchas veces son silentes. Todos tenemos una gracia especial, y como dice esa canción infantil, "esa lucecita hay que dejarla brillar", porque muchas veces en el afán de la vida, la escondemos. Hace un mes cuando fui a cubrir la visita del papa Francisco en Philadelphia fui con un colega estadounidense de otro periódico con quien hice un reportaje. El asunto es que por alguna razón se me hacía muy difícil entender lo que me decía y cada vez le estaba pidiendo que me repitiera lo que me decía. Ese señor me tomó cariño y a su regreso le habló muy bien de mi a su jefa y cuando me enteré, dije como mi abuela, "es la gracia de Dios". Yo no sé exactamente qué fue lo que hizo que yo cayera en gracia con ese reportero, pero dudo que tenga que ver con algo que le dije. Dios sabrá. La gente está sedienta de amor, de aceptación, de comprensión y con solo una mirada, un abrazo, una sonrisa, en silencio le dirás esa palabra que tantos quieren oír: bienvenido.
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |