Creo que los momentos de su larga vida en que la vi decaída los puedo contar con lo dedos. Estoy segura que fueron más, muchos más, pero su capacidad de resurgir era tan impresionante que de cualquier tormenta hacía un cielo azul, como dice una canción de Alejandro Sanz. Mi abuela, que este miércoles cumple un año de haberse ido con Dios fue una mujer extraordinaria. Una mujer que marcó mi vida. Hace un año, en medio de nuestra despedida física le pedí a Dios que de alguna forma su legado viviera en mi, de tal forma que yo la siguiera sintiendo aunque ella no estuviera. Y Dios respondió a mi oración de una extraña forma, como es común en el reino de los cielos: cada día siento que me parezco más a ella. Y ese es mi mayor regalo. Cuando uno se despide para siempre en el plano físico de una persona de alguna forma termina de apreciar el largo y el ancho del amor de esa persona para ti, y ves como en cada pequeño detalle estaba escondido ese infinito amor. Hay tanto que aprendí de ella que su testamento para mi es muy largo, pero hoy pienso en cuáles fueron las lecciones más importantes que me dejó este mujerón que medía menos de cinco pies. Abuela me enseñó la importancia de la calidad humana Juanita donde se paraba hacía amigos y cuando salíamos a algún lugar, aparecían desconocidos que la abrazaban. Yo le decía que me sorprendía ese impacto que tenía en la gente porque parecía una superestrella . Ella me respondía sin dudarlo: ‘nena, es la gracia de Dios’. Abuela me enseñó a levantarme de las caídas La vida de abuela fue marcada por eventos muy difíciles. Enfrentó la enfermedad y muerte de mi tío que tenía 33 años. Y a pesar de su inmenso dolor se sobrepuso y continuó con su vida, y fue una figura muy importante en el cuidado de mi prima Ilka, luego de la muerte de su papá. Muchos años después cuidó a mi abuelo y lo acompañó con amor mientras el Alzheimer le borraba hasta su último recuerdo. Separarse de él fue muy difícil para ella y aunque el luto la acompañó por mucho tiempo no la destruyó y volvió a reinventarse después de su muerte. Recuerdo verla en sus campamentos de verano de la iglesia con otros ancianos y también la convencí de montarse en un avión y por primera vez salió de Puerto Rico. Pero una caída literal fue la que enfrentó a sus 85 años cuando levantándose de un sofá se fracturó una cadera. Cuando la vi en la cama de un hospital, esperando respuesta de los médicos, tan frágil, temí por su vida. Sabía que para una mujer tan activa, quedar en cama sería la muerte. Tras la operación de cadera y varias semanas de terapia, abuela salió caminando del hospital. Abuela me enseñó del trabajo duro y la perseverancia Ella hacía muchas cosas y las hacía bien. Nos cuidó a todos cuando éramos chiquitos y también apoyaba a mi abuelo en un quiosco de juguetes que tenían. No sé cómo se dividía entre sus funciones como esposa, madre, abuela, pero siempre la vi con esa energía. Era como el conejo de Energizer, ella siempre se estaba moviendo. Nunca paraba. Abuela me modeló el servicio a los demás Abuela, sin duda vivía para servir. A su familia, pero también al barrio, a sus vecinos, a la iglesia, a la comunidad. Uno de sus mayores dones era la cocina y recuerdo que era más lo que ella disfrutaba viendo a los otros comer, que comiendo. Era una persona que se deleitaba viendo a otros ser felices. Abuela me enseñó a mantenerme al día a cualquier edad En la última elección presidencial de Estados Unidos, a sus 90 y tantos, abuela me hablaba de los candidatos. Me dijo que había un ‘viejo con el pelo colorao que hacía así 😗con la boca’.Ya ustedes saben a quién se refería. También me habló de, a quien ella llamó, la ‘viejita Hillary’. Se ve que abuela era eternamente joven de espíritu. Yo me moría de la risa con sus comentarios y opiniones. A veces, se quedaba dormida en el sofá con el televisor encendido y despertaba y te contaba las noticias. De seguro algún reportero le informaba en el sueño. Abuela fue una de las mujeres más inteligentes y sabias que he conocido. Abuela me enseñó a poner todo en manos de Dios Yo hablaba mucho con abuela y le confiaba mis sueños y preocupaciones. Ante lo incierto, su receta siempre era la misma, ‘vamos a ponerlo en las manos de Dios’. Ella me enseñó que sobre toda circunstancia estaba la mano de Dios y que él tenía control de mi vida y no estaba limitado. Alguna vez me dijo: ‘nena, yo te admiro porque tú todo lo pones en las manos del Señor’. Solo aplicaba lo que ella me enseñó. Abuela me enseñó lo que es adaptarse al cambio con gracia Si hay algo que vi en abuela fue una increíble actitud positiva ante los desafíos o cambios de la vida. Recuerdo que a cualquier parte nos acompañaba, incluso en los últimos años cuando caminaba con tanta dificultad y siempre lo hacía con una sonrisa, contenta y en paz. Nunca la vi quejándose. Abuela tenía una habilidad para adaptarse a tantas situaciones con buena actitud. Una capacidad tan importante en estos tiempos. A mí eso me sigue costando, pero ella se llevó todos lo premios en el departamento de la gracia. Abuela no tenía barreras de lenguaje Recuerdo cuando la operaron por la fractura de la cadera. Eso pasó aquí en Georgia. Y la rehabilitación fue un proceso de varias semanas. Ninguno de los enfermeros o terapeutas hablaba español, ni abuela inglés, pero eso no fue un impedimento para que ella pudiera comunicarse con ellos. De hecho, a su salida del hospital le escribieron cartas agradeciendo el tiempo con ella y diciéndole que la iban a extrañar. Ese fue el impacto que tuvo ella en esos seres, sin tan siquiera poder hablar su idioma. Se imaginarán el que tuvo en mi. Abuela me enseñó lo que es disfrutar cada momento Todavía puedo escuchar su risa escandalosa. Yo veía como ella vivía cada momento en el aquí y ahora. Recuerdo cada cumpleaños, cada graduación, cada evento en nuestras vidas, desde que éramos bebés hasta su partida, y allí estaba ella, presente en cuerpo y alma. Ella no se perdió nada y su presencia nos dejó claro cuánto nos amó. Ella muy bien lo dijo, Juanita fue una mujer llena de la gracia de Dios.
En el poema ‘Our Grandmothers’, Maya Angelou escribió: “I come as one, but I stand as ten thousand”. Me hace pensar que cuando piso en cualquier lugar del mundo, no solo piso yo, pisan mis ancestros. Ahí está todo lo que mi compañita, cómo ella me decía, me heredó. Ella lo dio todo en vida, tanto, que se fue vacía. Mi abuela me recuerda a esa mujer virtuosa que describen en la Biblia en Proverbios 31. “Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú sobrepasas a todas”. Te amo hasta el infinito, mi compañita. Que mi amor y mi corazón agradecido se conecten hoy con el tuyo. Dile a Dios que cada día quiero parecerme más a ti.
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |