Hace como un mes fui a devolver una pieza de ropa que había comprado. La cajera amablemente verificó que todo estuviera bien, le volvió a agregar el dispositivo de seguridad y procedió a devolverme el dinero. Pero de pronto miré nuevamente la pieza, me salieron otra vez corazoncitos por los ojos y con algo de vergüenza le dije a la chica: “disculpa, pero me estoy arrepintiendo, me voy a quedar con ella”.
La cajera, a la que también le encantó aquel jumpsuit, llamó a su gerente para que le ayudara a revertir la transacción y con una sonrisa colocó la ropa en una nueva bolsa y me la devolvió. Mis papás me esperaban afuera de la tienda y cuando regresé con la bolsa y riéndome me preguntaron qué había comprado. Les conté y no podían creerlo, no pudieron hacer más que reírse. Habíamos dado un viaje solo para cambiar aquello, un viaje innecesario, pero con lección a bordo. Una de las decisiones que más trabajo nos da en la vida es arrepentirnos. Porque sí, arrepentirnos es una decisión, aunque a veces no nos parezca. Y puede ser tan superficial como la transacción en la tienda o mucho, pero mucho más decisiva. Es que arrepentirnos muchas veces nos da vergüenza. En ocasiones nos hace sentir que hemos fallado, que somos inseguros, inestables, que no sabemos lo que queremos en la vida. Pero arrepentirnos en muchas ocasiones es una decisión de valientes. ¿Por qué? Hace falta valor para reconocer que queremos cambiar de rumbo, aunque ya nos hayan devuelto el dinero a la tarjeta. En el recorrido de la vida vamos tomando decisiones que van dirigiendo nuestro camino. Pero queremos dictarnos un rumbo y seguirlo en línea recta, cuando la vida real no es así. Entonces, cuando nos queremos arrepentir, no sabemos cómo hacerlo, porque la culpa o la vergüenza juegan un rol de fiscal acusador. En su ensayo ´Adentro´, Miguel de Unamuno nos dejó escrito que: “no hace el plan a la vida, sino que ésta se lo traza a sí misma, viviendo”. Todos tenemos derecho a arrepentirnos, a cambiar o no cambiar la pieza de ropa, a cambiar de trabajo, de carrera, de profesión, a reinventarnos en lo que hoy día tenga sentido para nosotros. Porque la vida es evolución y hay piezas que tal vez no se acomodan ya al rompecabezas de tu vida de hoy. ¿Pero por qué nos da tanto miedo tomar esa decisión y cambiar de ruta cuando nos arrepentimos? Simplemente, por lo que puedan pensar los demás sobre nosotros, o incluso, porque en nuestro nuevo rumbo, podemos perder amigos o conocidos que estaban cerca, pero que ya no encuentran puntos en común con nuestro nuevo pensar o proceder. A veces, nuestros cambios de idea traen también cambios de espacio físico o de compañía. Me encanta lo que dice Unamuno de esto: “No te hagas, como planeta en su órbita, siervo de una trayectoria. Querer fijarse de antemano la vía redúcese en rigor a hacerse esclavo de lo que nos señalen los demás, porque eso de ser hombre de meta y propósito fijos no es más que ser como los demás nos imaginan, sujetar nuestra realidad a su apariencia en las mentes ajenas”. Qué nos haríamos con un carro sin reversa. Hay personas que quieren ser autos sin reversa, pero la reversa es necesaria porque en la vida no lo sabemos todo. Es a través de nuestras experiencias que vamos encontrando el camino, cometiendo errores, aprendiendo de ellos y redirigiendo nuestro camino, como un GPS que va recalculando la ruta. Y mientras más abramos la mente a la compañera reversa, a la compañera “me estoy arrepintiendo” y al compañero “por aquí no es”, vamos a facilitarnos la vida, porque los bloqueos mentales vienen muchas veces de nuestra resistencia a dar un paso atrás para entonces poder dar uno hacia adelante. En nuestro camino a cumplir nuestros sueños es preciso identificar lo que ya no queremos hacer, eso que tal vez fueron metas de otros tiempos y que ya no tienen sentido para nosotros. Es importante descartar para identificar lo que sí queremos, lo que resuena con nuestra vida hoy. Y hacer estos procesos libres de culpa y de vergüenza. Y es importante también que sepas que nada se va al desperdicio. Hace muchos años, en mis primeros años ejerciendo la profesión de trabajo social decidí hacer una maestría en periodismo. Recuerdo que al contárselo a una antigua profesora pegó el grito en el cielo porque consideraba que estaba dando un salto a algo que nada tenía que ver con mi primera carrera. Pero resulta que todo lo que yo aprendí en esos años trabajando con familias, entrevistando a mucha gente todos los días, escribiendo un montón, fue una gran escuela para lo que después hice que fue periodismo comunitario. Dios me puso a servir desde otra plataforma, pero con los dones que me ayudó a perfeccionar en mi primera carrera. Cuando conectas los puntos sabes que cada decisión que tomas te va puliendo para lo próximo y en lugar de vivir preocupado vives confiado. Por eso, te invito y me invito a perderle el miedo al arrepentimiento o la reversa. Cuando tenemos el GPS conectado con Dios sabemos que las decisiones que tomemos serán para nuestro mayor bien y para nuestra expansión. Y los cambios de rumbo serán para sumar o multiplicar, nunca para restar. Yo le debo demasiado a mis virajes en u, a mis cambios de ruta y a mis caminos cerrados, no los cambiaría, porque me han llevado por un trayecto lleno de aventuras, de mucho aprendizaje y mucho amor. Ojalá que tu próximo arrepentimiento lo vivas con la cabeza en alto, una sonrisa en la cara y paz en el corazón. Estás en ruta.
0 Comments
Your comment will be posted after it is approved.
Leave a Reply. |
Archivo
April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |