El día que al fin lo dije no podía parar de llorar. Pero esas lágrimas no eran de dolor, eran de victoria.
Al hablar de mi experiencia a un grupo de jóvenes por fin le di sentido a algo que por tantos años había sido la razón de una pregunta sin respuesta. ¿Por qué me pasó esto? ¿Por qué no pude disfrutar gran parte de mis años de escuela intermedia y superior (middle y high school) como la mayoría de mis compañeros? Desde la escuela intermedia hasta la superior fui objeto de dolorosas burlas de compañeros de clase. En mi casa mi familia hacía lo que fuera por ayudarme. Su consejo era 'ignóralos y se cansarán de hacerlo'. Pero eso nunca funcionó y mientras pasaban los años soportando esa tortura, mi autoestima estaba tan lastimada como yo. Mientras, hacía lo que fuera por ser invisible. No quería hacerme sentir temiendo otra ronda de sobrenombres y carcajadas . Por eso, por años no me paraba de mi asiento ni a botar un papel a la basura. Nunca tuve el valor de confrontarlos. De alguna manera tenía que buscar un escape, un desahogo a lo que estaba pasando y encontré en los diarios (Journals) una forma de sacar el dolor, así empecé a escribir y escribir y escribir. A pesar del dolor de esos años, una niña valiente, comprometida conmigo misma vivía en mi interior. No había salido a la superficie aún, pero yo la podía sentir. Y también podía sentir a un Dios que aunque nunca me libró de aquella dolorosa experiencia, siempre me acompañó. Mi familia, mis fieles amigas y mi fe en Dios eran siempre un lugar donde ir. Y puedo mirar atrás y asombrarme de cómo en los días oscuros, Dios me ponía a practicar lo que 20 años después se volvió no solo lo que paga mis cuentas sino en mi pasión y en una forma que aún me sorprende en que me comunico con otros. Y cuento esta historia sin una gota de rencor porque entendí que quienes me herían tenían sus propias heridas. Con el paso del tiempo y con la ayuda y la dirección de Dios he aprendido a encontrar y aceptar lo bueno y lo malo que me dejaron esas experiencias que me volvieron la mujer que soy y de la que me siento orgullosa cuando me miro al espejo. Pero llegar a este punto ha sido un proceso largo. En algún momento quise dejar atrás a esa niña de la escuela, viendo en ella y en esas experiencias algo negativo que no quería recordar. Hasta que un día pude conectar cómo esas experiencias me formaron en alguien que no cambiaría, en una persona sensible al dolor ajeno, luchadora y además en una escritora. Y esta carrera periodística no ha sido fácil porque me obligó a enfrentar aquella arraigada timidez. Pero Dios sabe como hace las cosas y me puso en este camino a propósito. Y me siento en deuda con Dios porque me ha dado demasiado. Le doy gracias por aquellos momentos de burlas que enfrenté y todo el dolor que eso me causó porque Dios lo convirtió en mi bendición y en una plataforma para poder ayudar a otros. Por eso, cuando hablaba con esas jóvenes no podía parar de llorar porque fue un momento de claridad para mi en el que Dios me reveló que había pasado por aquel desierto para crecer y prepararme para llevar un mensaje de esperanza a muchos... Para llevarte este mensaje a ti. Tal vez, no pasaste por lo que hoy llaman bullying y tuviste unos felices años de escuela, pero enfrentaste o enfrentas una situación que no tiene sentido para ti. Piensas que nada bueno puede salir de ahí, pero te aseguro que esa experiencia no fue en vano. Todas las experiencias nos preparan, nos pulen, nos limpian, nos forman y nos conducen al propósito perfecto de Dios para nuestra vida. Y he descubierto que ese propósito no es para mi sola, es para el beneficio de muchos. Dios me ha bendecido en gran manera y me está permitiendo ser de bendición para otros y lo mismo quiere hacer contigo. Al mirar atrás y ver donde estuve me siento como José, ese personaje bíblico con muchos sueños, pero que sus hermanos lo vendieron como esclavo y después de muchos años de situaciones injustas llegó a ser un funcionario de Egipto. En el reencuentro con sus hermanos los perdona y les dice unas palabras con las que yo me identifico: "ustedes pensaron en hacerme mal, pero Dios lo cambió en bien". Si de alguna manera mi historia ha tocado tú corazón, si sufres bullying, o un amigo, o tu hijo, y necesitas hablar con alguien, aquí estoy. Si no le encuentras sentido a experiencias dolorosas date cuenta que Dios puede transformar lo peor en lo mejor. Y sus planes para ti son buenos. Yo soy testigo de eso. Mi meta es poder llevar mi mensaje a cuántas personas pueda, a escuelas, a iglesias, a quien lo necesite. Así que te pido que compartas esta información y me ayudes a correr la voz y llegar hasta donde Dios me lleve. Dentro de ti también hay un ser valiente, una creación hermosa de Dios. Déjale salir. Confía en el proceso. Dios te lleva de la mano. Da gracias a Dios porque te tiene una recompensa y es muy grande. Pronto mirarás atrás y te darás cuenta cómo Dios te dio lo mejor gracias a lo peor.
3 Comments
herman cano
11/8/2015 07:59:24 am
Jojanes muy linda tu historia y que hermoso que la fe siempre te mantubo firme y sin mirar a quiene te ofendian siempre luchaste por alcanzar tus metas.
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Nelson Zapata
4/10/2016 09:41:06 pm
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Johanes
4/11/2016 04:19:12 am
Creo que en la vida nos preparan para futuras experiencias, Nelson. Nada de lo que vivimos, bueno o malo, se va a la basura, sino que nos da una vivencia necesaria para ayudar a otros en el camino. Gracias por compartir tu experiencia y por darte la vuelta por mi blog. :)
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |