He conocido personas que han enfrentado grandes tragedias. He visto a una madre enterrar a su hija de seis años. He visto padres despedirse de un hijo joven ante una muerte que llegó sin ningún aviso y que interrumpió una vida con planes de vivirse.
Esas mismas personas han sido ejemplo de fe, de fortaleza, de esperanza, un indicio claro para mí de las obras misteriosas de Dios. He sido testigo de una fortaleza que no es humana. En medio de mi día a día esas personas son un testimonio para mí. Que aunque no he pasado por momentos de quebranto comparables veo en ellos la fortaleza que solo viene de Dios. Cuando enfrento momentos de estrés en el trabajo, de incertidumbre sobre el futuro, de cualquier otro asunto que de repente sacude un poco mi vida me pregunto con frecuencia qué es lo peor que puede pasar. A veces las pequeñas cosas de la vida las convertimos en tsunamis. A veces cuando tomo una decisión que casi siempre es pequeña, pero inflo por el estrés me pregunto qué es lo peor que puede pasar. ¿Se va a caer el mundo? ¿Voy a dejar de respirar si tomo esta decisión? ¿Me van a salir más arrugas? Yo sé que hay decisiones que nos pueden cambiar la vida. No digo que lo tomemos a la ligera, sino que evaluemos las cosas en su justo valor y miremos las cosas a la cara, porque a veces hacemos tanto el papel del que asusta como del que se asusta. Más allá de todo esto podemos pensar que las consecuencias pueden ser más serias, puede venir una separación, perder un empleo, una propiedad y en el peor de los casos enfrentar una enfermedad o la muerte de un ser amado. Pero yo he visto a gente común seguir caminando en medio del dolor con una paz y una fortaleza que no son comunes. Eso me dice que no importa lo que nos toque enfrentar, por amargo que pueda ser el trago, hay algo constante y es el acompañamiento de Dios en medio de todo. Y el propósito de Dios que se vale de todo para mostrarnos su gran amor. Cuando reconocemos que Dios nos lleva de la mano y las cosas en este momento no están obrando como planeamos, podemos preguntarnos cuáles son los planes de Dios y tener la certeza de que son buenos. Yo te reto a preguntarte en medio de ese desafío, de esa intersección, de ese miedo, qué es lo peor que puede pasar. En tu interior encontrarás la respuesta y recordarás que dentro de ti vive un ser infinito, indestructible y eterno y que las experiencias de hoy siempre serán el repaso para el examen de mañana. Nada se va al desperdicio. Dios siempre capitaliza cada una de nuestras experiencias y con frecuencia las duras nos transforman y nos impulsan al propósito de Dios para nuestras vidas. ¿Qué es lo peor que puede pasar?
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |