En estos días salía de un estacionamiento, con mi boleto en mano, lista para pagar, cuando de repente apareció uno de los encargados de seguridad del lote, y me susurró, “I got you” (yo me encargo). Acto seguido, pasó su credencial de acceso y el brazo de seguridad que cerraba mi paso se levantó.
En otra ocasión, hace muchos años, cuando tomaba la prueba de conducir de Georgia, después de una década manejando en Puerto Rico, fallé en la primera ocasión, lo que me pareció injusto. En el segundo intento estaba tan nerviosa, que fallé con justa razón, ese estacionamiento lateral en reversa, entre conos, me salió terrible...Ya iba a la tercera y estaba más nerviosa aún. Si fallaba esta vez tendría que esperar un mes para volver a tomar el examen práctico. El hombre que me dio el examen notó mi nerviosismo y me dijo unas palabras parecidas a las del empleado de seguridad: “I’m gonna take good care of you”. Esa frase me dio paz y por fin obtuve la licencia. Esos gestos sencillos fueron muy significativos para mí. Sentí que a través de la generosidad de esos hombres, yo escuchaba las palabras de Dios diciendo: ‘estoy contigo, yo me encargo’. Hay momentos en que queremos escuchar la voz de Dios y creemos que llegará como un estruendo o un grito, pero mi experiencia es que Dios se nos revela como un susurro, como esa paz en el corazón que nos dice que todo va a estar bien. Por eso es que muchas veces, en el ruido de la vida no podemos escuchar nada y es necesario hacer silencio y escuchar hacia adentro, dónde están nuestras respuestas, porque Dios vive en nuestro corazón. Hoy, tú y yo estamos esperando alguna respuesta. Queremos saber. Y pedimos a Dios que nos hable. Pero si hacemos silencio, empezaremos a escuchar esos susurros de Dios hablando a nuestra alma. Y también, recordaremos cómo Dios nos ha provisto mucho más de lo que necesitamos, cómo nos ha bendecido abundantemente en el pasado, cómo nos ha demostrado, tal como dijo aquel hombre, que él se encarga, y se encarga bien. Entonces, en esa confianza, caminemos esta nueva ruta, sabiendo que Dios está presente en todo y nos susurra, a veces de quien menos esperamos. Abre tus ojos, pero no solo los físicos, sino los espirituales y escucharás lo que Dios te quiere decir en esta hora. Porque aquel mediodía, a través de las palabras de ese empleado de seguridad y su gesto, no solo me libré de pagar el estacionamiento, sino que Dios habló a mi corazón. Y me susurró algo parecido a ese versículo bíblico en Isaías 41:13, uno de mis favoritos. “Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo”.
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |