Cuando decidí estudiar periodismo y dejar mi carrera como trabajora social algunos pegaron el grito en el cielo y me preguntaron por qué. Después de tantos años de eso, sigo sin tener respuesta. La única constestación que podría dar es un: ‘solo Dios sabe’.
En aquel entonces era trabajadora social del programa preescolar Head Start en Puerto Rico y quería hacer una maestría, pero no sabía en qué. Entre mis compañeros de labores había una patóloga del habla muy buena en lo que hacía. Yo veía cómo ella disfrutaba su trabajo y las oportunidades laborales que tenía y dije: 'esta parece una buena carrera para mi'. Además de seguro en esta profesión trabajo no me va a faltar, pensé. Me enteré de una escuela que ofrecería esta maestría y decidí que yo sería una de sus estudiantes, pero para poder ser admitida primero tenía que tomar tres cursos. Durante un año y medio, tomé las clases en preparación para entrar a esta universidad en San Juan. Y al final, emocionada, tenía todos mis documentos para solicitar admisión en un sobre amarillo. Aquella tarde estaba en la universidad donde había tomado una de las clases porque la profesora del curso me acababa de dar una carta con mi calificación que era una de las que debía entregar a la universidad donde quería estudiar. Era el último día para solicitar aquella maestría. A eso de las 3 de la tarde de aquel viernes llamo por teléfono a la universidad donde quería solicitar admisión para decirles que iba en camino. La voz al otro lado me dijo unas palabras que cambiaron mi vida: “cerramos operaciones por el día de hoy. Tienes que esperar un año”. No lo podía creer. Con el sobre en la mano sentada en un salon de clases vacío empecé a llorar. Llevaba más de un año trazándome un camino en mi cabeza, pensando que iba en la dirección correcta. Y de repente todo se cayó al piso y se rompió. Me acuerdo que salí de la universidad en mi carro y en el semáforo un muchacho estaba vendiendo unos dulces para ayudar a sostener al Hogar Crea (un programa de rehabilitación para adictos a drogas en Puerto Rico). Al verme llorar , dejó su venta a un lado y me dice: “chica, ¿por qué estás llorando? ¿Te colgaste en las clases? Ahí no sabía si reirme o llorar más. Y me dijo unas palabras que me llegaron directo al corazón y me dieron esperanza en aquel momento de tanta decepción y desorientación. “No llores. Dios te quiere. Mañana te vas a estar riendo”, me dijo con una dulzura y con rapidez porque el sabía que el semáforo pronto cambiaría y yo me iría. Ese día que yo esperaba fuera el comienzo de un nuevo camino, sin duda lo fue, pero no de la manera en que yo lo había planificado. Llegué el lunes a la universidad donde quería estudiar, a insistir en que me dieran la oportunidad. Hablé con la rectora, con el director de admisiones, la respuesta a dejarme solicitar fue no. Saben que cuando el esfuerzo de las manos de uno ya no es suficiente uno mira hacia arriba. Me sequé las lágrimas y dije ‘tal vez Dios tiene otros planes para mi’. Pocas semanas después vine a Georgia a visitar a mi hermana. Mientras conversaba con ella sobre mis dudas en relación a qué carrera seguir, ella me hizo una pregunta que parecía tan simple, pero tan esencial: ¿Qué es lo que a ti te gusta hacer?, me dijo. Sin pensarlo le dije, ‘ a mi me gusta escribir’. Yo escribo desde niña, pero la escritura siempre era un regalo de uso personal. Jamás pensé en escribir para alguien más. Hasta ese día. Además yo siempre escuchaba que el periodismo era una carrera tan competitiva, que era tan difícil conseguir trabajo. Sin pensarlo, busqué universidades que ofrecieran la maestría y tres meses después estaba en un salón de clases otra vez, pero esta vez feliz. Desde el primer momento me di cuenta que estaba donde debía estar. Una sensación de alegría, de comodidad, de fluidez era la mejor señal. Casi terminando mi maestría, otra oportunidad de Dios me trajo a Georgia a hacer una práctica profesional con CNN, una oportunidad de oro, que definitivamente tuvo todas las huellas divinas. Imagínense yo que no tenía ninguna experiencia laboral en los medios de comunicación, que pensaba en algún momento que era tan difícil conseguir trabajo como reportera, al ver que la primera puerta que se abrió para mí fue CNN, definitivamente que aumentó mi fe. Después se siguieron abriendo otras puertas y he recibido bendiciones que jamás pensé, he conocido gente maravillosa, he viajado, han sido tantas las oportunidades que no me dejan de sorprender y llegaron gracias a que un día en aquella universidad me dijeron que NO. Porque para los rotundos 'no', Dios tiene mejores 'si'. Muchas veces nos trazamos un plan, creemos que es por ahí, pero los planes de Dios son mucho más grandes, mejores, más completos que los nuestros. Si hoy recibiste un no, pregúntale a Dios cuál es el sí que tiene para ti. Te aseguro que te sorprenderá. Hoy te digo como aquel joven me dijo a mi ese viernes que cambió mi vida. No llores. Dios te quiere. Mañana te vas a estar riendo. :)
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |