Me llama la atención como los seres humanos tienden a expresar sus opiniones poniéndose de un lado y demonizando al otro. Y esto es muy común en las campañas políticas uno ve a los candidatos criticando a sus contrincantes en vez de hablar de sus propuestas por mejorar sus países.
Pero no es una costumbre solo de los políticos es un asunto general. Y es esa tendencia a dividir el mundo entre los buenos y malos, santos y demonios. Los vemos en las películas, en las novelas, el bueno que no hace nada malo y el malo que no hace nada bueno. ¿Y acaso la vida es así? ¿Somos los seres humanos así? Por supuesto que no. Pero parece que nos queremos creer ese cuento y de paso hacérselo creer a los demás. Las equivocaciones son parte fundamental de la vida, tan importantes para crecer. Y esto no es excusa para hacer cosas que sabemos que no debemos hacer. Pero el asunto es que al fin y al cabo, nos equivocamos. Cuando vivimos en un mundo de perfectos e imperfectos no nos damos la oportunidad de reconocer nuestros errores y de paso hacemos más difícil que otros reconozcan los suyos. Y nos enfrascamos en esa pelea sin fin de aquel es el malo o aquel es más malo por tal o cual razón. Tenemos que quitarnos esa pesada piedra y reconocer que dividir entre polos no ayuda a nadie. Aceptar que nos equivocamos es un buen paso hacia una vida más liviana y feliz. Reconocer nuestra debilidad nos ayuda a que otros puedan reconocer la suya. A veces veo como la gente sigue las noticias en los medios de comunicación y se enfrascan en una guerra de buenos y malos cuando hay cosas mucho más importantes que atender en su vida. Todos tenemos buenas cualidades, debilidades, aciertos y errores. Horrores a veces también. Y aunque esto parece una aseveración obvia, muchos no la reconocen en ellos ni en otros. Los errores no están ahí para negarlos, sino para reconocerlos y aprender de ellos. Hace poco entrevistaba a una persona que me dijo algo que llamó mi atención. "Las huellas más grandes que nosotros podemos dejar no son nuestras deficiencias y errores, sino la intensidad y el fervor con que nosotros buscamos corregir lo que hemos hecho mal", dijo mi entrevistado. Esto nos quita un gran peso de encima, ese peso de culpa que está detrás de ese establecer buenos y malos, porque la culpa es huérfana. Y vivir con culpas no le sirve a nadie, pero reconocer nuestros errores es diferente. Reconocerlos, da paso a enmendarlos y a perdonarse a uno mismo. Somos una amalgama de colores y así nos debemos reconocer. Como dice el refrán, lo cortés no quita lo valiente. Evitemos polarizar, no hay santos ni demonios. Liberémonos de esas cadenas. Liberemos a otros de esas cadenas. Somos seres humanos todos y tenemos la maravillosa oportunidad de empezar de cero a cada segundo.
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |