No hay nada en esta vida que se compare con andar descalzo. Si fuera posible viviría así. De hecho, llego a mi trabajo y cuando me siento, pongo mis zapatos debajo del escritorio y trabajo descalza. Creo firmemente que la inspiración entra por la planta de los pies.
Cuando era pequeña mi mamá siempre trató de convencerme de que me pusiera los zapatos o, como consecuencia, se me pondrían los pies gigantes. A pesar de la advertencia corrí el riesgo y sobreviví. Aún soy size 6 y medio, por si me quieren regalar unos lindos zapatos. No sé porqué me produce tanta felicidad andar descalza. El otro día me iba a comer un chocolate y me quité los zapatos para disfrutarlo mejor. Quitarse los zapatos es como estar un poco desnudo, a mi, creo que me conecta con la libertad. Con ese ser que debajo de las capas de ropa y de maquillaje soy. Ese que soy desde que llegué a este mundo, los mismos pies, un poquito más grandes. El otro día hablaba con una niña hermosa, con un pelo negro lleno de rizos. Tiene unos nueve años. Le dije de lo hermoso que es su pelo y me dijo: "a mí no me gusta mi pelo, yo quisiera tenerlo como el tuyo". Ese comentario de sus labios me dio tristeza. Ese día yo tenía mi pelo lacio, luego de una buena planchada y me sorprendió que esa niñita ya estuviera despreciando su hermoso pelo y luchando con todas esas mentiras que nos venden de cómo debemos vernos y de lo que es y no es belleza. En una sociedad que trata de llevarte a querer entrar en un molde de lo que es belleza es todo un reto nutrir la autoestima de nuestras niñas y jóvenes para que ellas sepan valorarse y amarse tal y como son y entender que su mayor tesoro siempre estará adentro. Yo que he vivido unos cuantos años más que esa hermosa nena quiero cada día volver a mis pies descalzos, vivir honrando mi esencia, que a veces se quiere esconder debajo de telas y capas de maquillaje. Es hora de reconciliarnos con el espejo, de reconocer nuestra belleza, nuestras cualidades únicas que nos hacen ser quienes somos. Y no hablo de no arreglarse. Yo creo en jugar con todos esos regalos que Dios nos dio y hacer lo mejor con ellos. Yo creo en cuidar la piel y el cuerpo, y ejercitarlo. Yo creo en vestirnos con prendas bonitas con formas y colores que nos gusten y nos diviertan. Pero atrás de todo eso, detrás de todas esas capas que nos ponemos al salir a la calle está ese ser, esa esencia, muchas veces esperando a ser descubierta. Esa que cuando mi mamá decía que me pusiera zapatos, seguía andando descalza, aunque se me ensuciaran los pies. Volvamos a ese lugar donde nos quitamos esas capas de lo que otros dicen que somos o de cómo otros piensan que debemos ser y nos encontraremos con quienes siempre hemos sido. Seres hermosos. Una creación bien hecha. Hijos de Dios. Quiero vivir cada día sin zapatos. ¿Y tú?
1 Comment
Angel
8/1/2020 11:25:21 pm
Yo soy de Madrid (España). Yo también ando descalzo por la calle en verano . Aquí en Madrid no es muy típico pero en algunas zonas de España si hay mar es más normal o se ve más normal. En Madrid es muy raro ver a alguien descalzo por la calle pero alguna vez puedes ver a alguien . En los parques de Madrid es mucho más normal y ves a gente paseando o corriendo descalzos sobre todo en el parque del retiro que es como se llama ese parque.
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |