El viernes, mientras hacía una entrevista al secretario de Derechos Humanos de Argentina, Claudio Avruj, tuve la oportunidad de compartir uno de esos momentos de 'destino' con él.
El secretario fue el encargado de entregar un reconocimiento especial al expresidente de EE.UU., Jimmy Carter, por su rol en la denuncia de la dictadura argentina durante su mandato. Pues resulta que cuando Avruj era adolescente leía los discursos de Carter que fue una inspiración para que más adelante se involucrara en el trabajo de derechos humanos, según me contó. Cuándo le pregunté al secretario qué significaba para él haberle entregado ese reconocimiento me dijo que aquel momento no fue al azar. "Yo soy un hombre de fe y no creo en las casualidades", me dijo, resaltando además que ese mismo día era su cumpleaños. Me recalcó: "todos tenemos una misión". Estoy segura que para el secretario, como para muchos, la misión no se le reveló con resplandor, cantos angelicales, ni experiencias sobrenaturales. Para muchos de nosotros, son momentos de un latir en el corazón, una incomodidad en el espíritu, un susurro, un deseo de ayudar, una palabra en una conversación o un discurso que nos llama la atención, una persona cuyo trabajo nos inspira a hacer algo. El asunto es que muchas veces sentimos ese llamado, pero no le damos valor, o queremos hacer algo, pero nunca lo hacemos. Entonces esa llama termina extinguiéndose y nos perdemos de la bendición de todos esos sucesos en cadena que vienen cuando damos un primer paso hacia nuestro llamado. Muchas veces creemos que nuestros llamados llegarán con fuegos artificiales, pero realmente, por lo menos en mi experiencia, no ha sido así. Han sido como unos toques a mi espíritu, como una invitación a hacer algo, un interés que de repente se despierta. Pero si yo no escucho esa voz que me habla y sigo ocupada en mis quehaceres, nunca arranco. Y esa voz en nuestro interior la vamos acallando, muchas veces por miedo a arriesgarnos a lo desconocido, porque estamos cómodos en el nido sin saber que si no volamos, más tarde nos arrepentiremos. Ser testigo del reconocimiento a Jimmy Carter fue un honor y un gusto, pero ser testigo de la experiencia de Avruj lo fue aún más. Porque reforzó en mi interior la importancia de buscar cumplir nuestra misión de vida y escuchar la voz de nuestro GPS por excelencia: Dios, para poder hacerlo. Dios nos tiene regalos sorprendentes esperando en el camino, pero nos quedaremos sin abrirlos, si simplemente, oímos su voz y no respondemos. Si oímos y no actuamos. Hay momentos de destino, como el del secretario, que aguardan por nosotros cuando seguimos la dirección de Dios. Tú y yo también podemos vivir experiencias de destino como esta, que parecieran ser una pieza más de un gran rompecabezas, si decimos sí a esa voz que nos está hablando al corazón. Cuando vivimos en comunión con nuestro creador, caminando en propósito, cosas increíbles suceden. Esas experiencias que humanamente son improbables, pero para el todopoderoso solo hace falta ponerlas en una caja y entregárnoslas. No nos quedemos con regalos del cielo sin abrir.
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |