Hay cosas que solo se prueban en el fuego y la vida con frecuencia no baja el calor del horno. Con regularidad, la temperatura solo sube.
Eso pensé el 23 de diciembre cuando tomé un avión para Puerto Rico. Estaba quedándome dormida cuando de repente me despertó la sensación de que el avión perdía altura. Abrí los ojos y mi vecina de la fila se persignaba y abrazaba a su hija. Otros pasajeros gritaban mientras el avión caía en vacíos. Yo he estado en muchos vuelos con turbulencia, pero nunca una de esta magnitud y tan prolongada. Casi todo el vuelo fue así, tanto que los miembros de la tripulación estuvieron sentados prácticamente todo el viaje y vinieron a repartir los snacks poco antes de llegar y para cuando los repartieron, lo menos que yo tenía era hambre. Entre el movimiento, los gritos y la señora persignándose, mi cuerpo recibió una alerta de peligro y me enfermé. Por primera vez supe para qué son las bolsitas en los bolsillos del avión, aunque gracias a Dios no tuve que usarlas, pero me dieron unas nauseas y mareos de altura. No soy persona de asustarme con la turbulencia y mucho menos enfermarme, pero en aquel viaje rogaba porque llegáramos pronto, y aunque salí de Atlanta toda bonita, reconozco que la que llegó a Puerto Rico no fue mi mejor versión. Hay experiencias que aunque creemos que las tenemos controladas y tenemos bien agarrado al toro por los cuernos, la vida nos pasa por el horno de otra manera, a una nueva intensidad para subirnos de nivel. Y esas experiencias nos pueden hacer poner en la balanza incluso si debemos bajarnos del barco. Hay gente, por ejemplo, que por una mala experiencia en un avión no vuela más. Pero creo que en la vida siempre nos están refinando, que las experiencias difíciles, incluso las traumáticas, tienen la capacidad de sacar nuestra fortaleza escondida. Y pienso que la fortaleza no es tanto que se desarrolla en estos tiempos de turbulencia, es más bien que se revela. El ser humano fue creado con la capacidad de enfrentar grandes desafíos, solo que es el desafío el que revela esa capacidad que de otra forma no se descubre. Si hoy te están pasando por el fuego, algún plan tiene Dios para expandir algún área en tu vida. Y aunque nuestra tendencia es a querer huir de estas experiencias, date la oportunidad de que el alfarero trabaje contigo y te dé la forma que él quiere darte. Sin hornos hay muchas cosas que quedarían crudas, sin forma, sin brillo, pero al calor brillan con todo el esplendor posible. Algo importante Dios nos quiere enseñar en el fuego. Algo nos quiere enseñar en las turbulencias espantosas de la vida. Nuestro umbral de resistencia sube cada vez que las tormentas suben de nivel. Algo en nuestra vida depende del horno para formarse. Tal vez nuestro carácter necesita un poco de fuego, tal vez nuestra fe necesita algo de calor. El viaje de regreso a Atlanta fue una delicia y después de aquella noche turbulenta mi corazón estaba demasiado agradecido por un viaje sin percances. Y eso hacen los tiempos en el horno, también nos ayudan a apreciar las bendiciones más sencillas, como pasar un vuelo sin pensar ni un segundo en la bolsita para vomitar, eso es razón para brincar de agradecimiento. Y aunque este cuento no se los tenía que contar, sé que todos a mayor o menor escala enfrentamos momentos en el horno, donde las turbulencias de la vida pueden llevarnos a la desesperación. Míralo con nuevos ojos, Dios cree en ti y quiere llevarte a un nuevo nivel en tu proceso evolutivo. Quiere subir tu umbral de resistencia. Porque él sabe lo que viene para ti en el futuro y este horno es parte de tu preparación. No puedes llegar crudo a tu futuro. Confía en el Señor, que como pasajero invisible está sentado a tu lado en esa terrible turbulencia. No creas que estás ahí por casualidad, Dios no hace nada sin propósito. Mi deseo es que este año nos dejemos dar forma, que Dios pueda continuar su obra en nosotros y que cada día podamos apreciar nuestros avances. Crecer en la candela no es fácil, pero crecer sin ella es imposible.
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |