Hace unos meses me pasó algo que me sorprendió. Salía de una tienda con mi casi uniforme de cuarentena, es decir, leggings y tennis con gorra y mascarilla.
Una mujer me dio paso para cruzar y cuando llegaba a mi carro me empezó a llamar. Me gritaba desde su carro: “¿no te acuerdas de mí?”. Y me di cuenta que se trataba de una querida amiga de la familia. Al cruzar yo no la reconocí, pero ella me reconoció a mí. Lo que no entiendo es cómo se dio cuenta que era yo, cuando andaba casi de incógnito, con mascarilla y gorra. Me dijo que me reconoció por mis ojos, gracias a Dios no tenía mis gafas puestas, porque entonces sí que hubiese estado irreconocible. Me recordó que no importa cuánto nos escondamos o nos disfracemos, hay alguien que siempre nos reconoce. No sé si ustedes cómo yo, crecieron escuchando eso de que Dios siempre te ve. Y es verdad, ahora mismo te está mirando mientras lees esto. Recuerdo hasta canciones infantiles sobre el tema. Pero siempre se hablaba de un Dios pendiente de todo para aplicar el castigo correspondiente. De ahí que algunos tiendan a esperar castigos ante cualquier equivocación, o sientan que los merecen. Pero yo he experimentado el infinito amor de Dios y el hecho de sentir que siempre está cerca de mí, hoy, en lugar de darme temor, me infunde esa sensación de protección y amor de un padre. El hecho de que Dios, al igual que esa amiga, me reconozca aunque venga disfrazada me hace sentir que estoy en manos de alguien que me conoce mejor que yo y a quien le importa todo de mí. Hay un versículo que en medio de la pandemia leí con nuevos ojos: “echen toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”. Ese pedazo, “él tiene cuidado de vosotros”, cuántas veces lo leí. Pero en esos días realmente lo asimilé. Dios me cuida, Dios tiene cuidado de cada asunto que a mí me importa. Hoy también veo con otros ojos esa frase de que Dios te está mirando. Claro que nos mira. Nos mira con ojos de amor, nos mira porque le importamos, nos mira porque está atento a cada necesidad. Recuerdo un mensaje del pastor Dante Gebel que me impactó. Hablaba de cuando lo botaron de high school y su padre triste y decepcionado tuvo que ir a firmar para sacarlo de la escuela. Cuando salían del lugar y hasta el regreso a la casa, Gebel creía que el papá le iba a gritar o le iba a pegar, pero eso nunca pasó. El papá pasó todo el camino en silencio. Cuando llegaron a la casa el papá al fin rompió el silencio y al asustado hijo, le dijo: “¿quieres un sándwich?”. A veces, cuando estamos esperando una pela (como decimos en Puerto Rico), Dios nos sorprende con un sándwich de amor y de gracia como ninguna. En la Biblia dice: “a dónde huiré de tu presencia”. Dondequiera que nos metamos ahí está Dios y nos reconoce aunque nos pongamos gafas y mascarilla. Qué bueno que contamos con un papá amoroso que siempre está a nuestro lado, no esperando cualquier metida de pata para darnos el latigazo, sino para regalarnos ese sándwich. Para darnos la mano y levantarnos en cada caída, para decirnos te amo, tú puedes, yo creo en ti. Dios te está mirando, siempre...tal vez es hora de mirarlo con nuevos ojos.
1 Comment
Eric Vega
2/6/2022 02:06:07 pm
Amiga, sigue escribiendo.
Reply
Your comment will be posted after it is approved.
Leave a Reply. |
Archivo
April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |