Esta semana llegué al dentista con una emergencia. En mi camino a estacionarme vi a un grupo de personas haciendo ejercicio afuera del centro comercial donde está la oficina del médico. Son miembros de un gimnasio, pero por la pandemia hacen aeróbicos afuera y con distancia física. Mientras pasaba cerca de ellos camino a la oficina del dentista con dolor en la boca deseaba ser uno de ellos. Estar relajada haciendo ejercicios y sin dolor o preocupación por mis dientitos. Pero como dice la Biblia, todo tiene su tiempo, ese día era de ir al dentista y no de hacer aeróbicos. Hace poco una querida amiga creó un grupo especial de WhatsApp para agradecer nuestras bendiciones, algo importante en cualquier momento, pero más aún en medio de esta pandemia. La idea es compartir experiencias cotidianas por las que nos sintamos agradecidas. Una de las amigas que forma parte del grupo escribió una porción del libro de Eclesiastés que he leído un millón de veces, pero cuando ella lo compartió en estos días lo leí con nuevos ojos. “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora: Tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado, tiempo de matar y tiempo de curar, tiempo de destruir y tiempo de edificar, tiempo de llorar y tiempo de reír, tiempo de hacer duelo y tiempo de bailar, tiempo de esparcir piedras y tiempo de juntarlas, tiempo de abrazar y tiempo de abstenerse de abrazar, tiempo de buscar y tiempo de perder, tiempo de guardar y tiempo de tirar, tiempo de rasgar y tiempo de coser, tiempo de callar y tiempo de hablar, tiempo de amar y tiempo de aborrecer, tiempo de guerra, y tiempo de paz”. Uno de los versos que me chocaba siempre era ese de “tiempo de abrazar y tiempo de abstenerse de abrazar”. Tal vez porque a mí me encanta abrazar a la gente. Pero en esta pandemia una de las experiencias que hemos evitado por amor y prudencia son los abrazos. Vivimos ese tiempo de abstenerse de abrazar que a mí me sonaba tan ilógico como ir con un dolor al dentista en un día que habría una opción más divertida en el parking del lugar, una sesión de aeróbicos. Pero poco iba a disfrutar con un dolor en un diente. En aquella hora mi lugar estaba en el dentista no brincando y saltando. Al pensar en esto entiendo cuán importante es identificar nuestros tiempos y también aceptarlos. No les niego que al pasar al lado de aquel grupo de gente sentí algo de envidia. Ellos estaban de lo más felices haciendo ejercicios y yo iba para el doctor con un dolor. Así es la vida, hay tiempos para llorar y otros para reír. Gracias a Dios el asunto de los dientes tuvo fácil solución, porque planifico llegar a vieja con todos mis dientes. Pero más allá de eso, la experiencia me invitó a la reflexión, no solo de que hay tiempo para todo, sino que la vida siempre se está transformando. A lo mejor, cuando yo esté haciendo ejercicio, alguno de aquellos que estaban brincando aquel día estarán en el dentista. Y si hoy estamos enfrentando momentos difíciles mañana tendremos momentos maravillosos llenos de alegrías porque nada es para siempre. Todo tiene su hora y todo está en estado de evolución. Por más que tratemos de controlar la vida, sabemos que es poco o nada lo que controlamos. A todos nos llegan momentos de extrema alegría así como situaciones sumamente difíciles o dolorosas. Y de alguna manera esos días no tan fáciles nos hacen apreciar más los otros. Un día sin dolor en los dientes después de uno con dolor es un día para saltar de alegría. Ese pasaje de Eclesiastés más adelante explica porqué hace esa lista larga de las experiencias humanas cuando dice que en nada nos beneficia preocuparnos y que la obra de Dios es perfecta en su tiempo. “Todo lo hizo hermoso en su tiempo, y ha puesto eternidad en el corazón del hombre, sin que este alcance a comprender la obra hecha por Dios desde el principio hasta el fin”. Aprender a vivir según la voluntad de Dios para cada uno de nuestros tiempos, en paz y creyendo en su fidelidad y providencia es un gran desafío. Pero al mismo tiempo es la manera de mantener el gozo y la paz en medio de los cambios de la vida y las incertidumbres. Como dice una cita que veo mucho por ahí, es bueno recordar que en un mundo en que todo cambia Dios sigue siendo el mismo. Y él nos promete que todas las cosas obran para bien para quienes lo aman. Entonces en el continuo recorrer de la vida, en los momentos que nos duele un diente y en esos que estamos brincando con entusiasmo, en esos que damos un apretón y en los que no lo hacemos, en los que sean, hay un amigo constante que nos da la mano para caminar en medio de los diferentes escenarios de la vida. Así lo veas o no, así lo sientas o no, así creas en él o no, él te ama y siempre estará ahí para ti.
2 Comments
Gyla
9/14/2020 05:20:56 am
¡Que gran sabiduría! Me encanta como escribes mujer. ¡Gracias por recordarme todo esto! ¡Mi padre me lo decía siempre! ¡Un abrazote!
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Johanes
9/14/2020 06:10:57 am
Qué alegría saber que fue de bendición para ti! Dios sabe llegar a nuestro corazón porque nos ama tanto. Un abrazote amiga!
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Archivo
April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |