Cuando llegué a esa edad en que empecé a dudar de la existencia de Santa Claus, mis papás me decían que si no creía no vendría, así que seguí creyendo un poquito más, porque estaba decidida a no quedarme sin regalos por falta de fe.
Yo veía en las películas que Santa se metía por la chimenea de las casas y mi preocupación era que yo no tenía chimenea, pero mis papás me dijeron que él tenía la llave de todas las casas. Eso me estuvo raro, pero cuando vi que el regalo llegó me olvidé de mi lógica. La Nochebuena siempre fue y sigue siendo un día de mucha emoción, gracias a mis papás que me permitieron vivir esa ilusión. ¿Hace cuánto que dejaste de creer en Santa? ¿Hace cuánto no crees como niño? Creo que muchos, o por lo menos me pasó a mi, pasamos parte de nuestra niñez creyendo como niños, en un momento pensamos que esas son cosas infantiles que debemos dejar atrás y luego como adultos buscamos recuperar esa fe de niños. En la Biblia, Jesús nos llama a ser como niños. Y es que los niños son sencillos, no guardan rencor, son auténticos y tienen una fe ilimitada. Para mí son unos maestros de cómo vivir. Creo que todos crecemos y dejamos el niño atrás, en el fondo, con el deseo de volver a él. Si ya estás muy grandecito para creer en Santa Claus, tal vez es tiempo de volver a ejercitar esa fe de niño. Dios no está limitado. Él no necesita chimeneas y tiene las llaves de todas las puertas. Hace 10 años yo me mudé a Georgia en un cambio de ruta extraordinario orquestado por el mismísimo Dios. Pero todo eso empezó cuando empecé a creerle a Dios como niña. Empecé a creer que para él no había imposible y que los sueños que él puso en mi corazón los cumpliría. Las experiencias increíbles que me pasaron en estos años llegaron tras un cambio de mentalidad que se resume en ese versículo que dice que para Dios no hay imposibles. Y cada vez que venía la duda, ese versículo era mi escudo como en aquel momento en que dudé de Santa Claus y mis papás hicieron que extendiera la fe un rato más, no fuera a quedarme sin regalos por gusto. Por eso te invito a que hoy vayas en un viaje a ese momento en que creías que Santa llegaría con sus venados en un trineo desde el Polo Norte a dejarte un regalo. Eso se llama fe de niño, y aunque nos parezca una cosa infantil, esa fe en un Dios ilimitado, en que las experiencias de la vida obran para nuestro mayor beneficio, sin importar cuáles sean, que estamos aquí para cumplir un propósito, todo eso nos lleva a vivir a plenitud. Hoy, cuando veas el arbolito de Navidad, los regalos, los niños con su ilusión, recuerda que ese acto de fe sencillo y sin límites es el que Dios nos pide para empezar a ver los imposibles de nuestra vida convertirse en realidad. Yo soy testigo de eso.
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |