Recuerdo muy bien las ráfagas violentas del huracán Georges en 1998. Yo dormí esa noche con mis papás en la sala de mi casa. Era el lugar más seguro para pasar el ciclón. Esos vientos eran espantosos.
Pero mientras los escuchaba oraba en mi interior que todo estaría bien. Después de prepararnos para enfrentar la tormenta asegurando la casa y la comida, confiar era lo único que nos restaba. Algo que se parece mucho a la vida misma. Esa lección de soltar el control y entregárselo a Dios, de mantener la calma cuando no vemos nada y los pronósticos son malos, qué difícil es. Ese hágase tu voluntad, qué difícil es. Decimos: 'Dios, hágase tu voluntad, pero hazlo así y así y así '. En nuestra incertidumbre, después de haber hecho todo lo que nos corresponde, el resto del proceso se basa en la fe. En estos días, mientras el huracán Irma pasaba por Puerto Rico como un ciclón de categoría 5, yo decía, 'Dios mío, eso puede ser peor que Georges, que fue de categoría 4 y dejó mucha devastación'. Y en medio de eso, en las redes sociales mucha gente lo único que publicaba eran imágenes horribles, que parecía que se iba a acabar el mundo. Yo decidí desconectarme porque con mi familia allá en la isla, y yo sin poder hacer nada, me estaba llenando de miedo. Pero cada vez que llamaba a papi y mami, ellos me transmitían una paz, que me ayudaba a calmarme. Algo en mi interior me decía que estaría bien. En medio de situaciones que no podemos controlar aprendemos a ejercitar el músculo de la fe, porque si tenemos control, realmente no necesitamos fe. Y esa fe, no siempre es, todo saldrá bien. A veces es, 'pase lo que pase, lo que ocurra al final traerá un bien'. Así lo veo yo. En medio de las tormentas de la vida tenemos que elegir sabiamente a quién escuchamos. Siempre habrá gritos de que todo estará mal, pero del lado contrario de los mensajes negativos o pesimistas, encontrarás la voz de Dios diciendo: 'confía'. Estos días tormentosos, en los que solo tenemos control de asegurar un buen albergue o comida suficiente, pero ni con la fuerza o el intelecto del mundo podemos cambiar la dirección de las tormentas, llegamos a recordar que nuestras vidas están en manos de Dios. Mientras esperamos a que pase esta tormenta y todas las por venir, confiemos, oremos y ayudemos a otros. En estos días he visto tanto amor y solidaridad entre hermanos. A veces, las tormentas nos hermanan, nos hacen ver que al final todos somos lo mismo. Ahora que Irma está azotando Florida y después se espera que llegue a Georgia, estemos en oración y listos para tender la mano en lo que podamos. Y ojalá que las tormentas de la vida nos limpien, renueven nuestra fe y no permitan levantarnos con más fuerza y con una nueva determinación de vivir una vida plena y en propósito. Un tiempo después del huracán Georges pasé por la costa de Puerto Rico y vi cómo se había salido la arena de las playas hasta la carretera. Las palmas se habían doblado, pero no se habían destruido, y estoy segura que casi 20 años después, allí siguen las palmas, invictas ante las tormentas. Seamos así , tu y yo. Un abrazo Joha
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |