Cuando era pequeña nunca cumplía con el peso esperado para mi edad, según lo que para los médicos era normal o saludable. Todavía seguimos en las mismas.
Nunca entendí, ni tampoco reconocí esas extrañas medidas que te dicen, a partir de aquí es 'normal', antes no. Siempre me pregunté de dónde salía eso de 'normal', ¿según quién? Vivimos en un mundo donde todo es medido y etiquetado. Todo. Entonces no sólo eres medido de si estás 'bajo peso', peso 'normal' o 'sobrepeso'. También a partir de los 65 eres un adulto mayor, a los 64 todavía eres solo un adulto. Vivir en el zip code 90210 de Beverly Hills no es lo mismo que vivir en el 00957 en Bayamón. No tiene nada de extraño ni malo que otros traten de establecer medidas, de poner números, eso nos organiza o nos hace establecer una edad para el retiro y para empezar a recibir la compensación del Seguro Social, por ejemplo. Lo que es importante es no catalogarnos a nosotros mismos por esas etiquetas, porque al final somos mucho más que eso. Yo me he salido de unas cuantas estadísticas y me gusta que sea así. Dios nos hizo a cada uno de nosotros de forma única. No hay un modelo igual a nosotros. Pero cuando nacemos ya hay un sinfín de etiquetas que incluyen hasta el partido político al que ese bebé va a pertenecer y el equipo deportivo. Necesitamos recordar quienes somos. Que no somos todas esas etiquetas que otros nos han puesto. Que nada de eso nos define. Que esta vida es para ser tan auténticos como podamos. Para eso hay que quitar etiquetas. Hay que cuestionarnos porqué nos hemos creído tantas fórmulas y si realmente funcionan para nosotros, si realmente estamos viviendo a plenitud y buscando cumplir ese propósito que Dios tiene para cada uno de nosotros o estamos viviendo vidas impuestas por 'lo esperado'. Me alegra que en tantas cosas en la vida no he sido 'normal', porque eso me ha llevado a cuestionar mucho más esos parámetros que otros nos han impuesto y que en ocasiones nosotros nos imponemos también. Como he dicho en otras ocasiones, hay que quitar las capas para seguir descubriendo y regalando al mundo el mejor tesoro, quienes somos en esencia. Y no hay fórmulas. Esta semana hacía una entrevista sobre temas de raza con varios puertorriqueños y una de ellas me dijo algo interesante. El tema de la identidad y la raza es complejo y me drenó mucho trabajar este reportaje, pero entendí a través de mi entrevista que muchas veces queremos simplificar algo en lugar de aceptar la complejidad y por eso nos enredamos más de la cuenta. "El problema es que la gente quiere simplificar todo, no es simple. Hay que empezar a pensar en complejidad porque nada en la vida es simple. Hay que aceptar que la diversidad es compleja", me dijo y me abrió lo ojos, porque no había considerado su análisis. Los seres humanos no somos ni una serie de números, ni un montón de etiquetas. Somos mucho más que eso. Y tenemos que aceptar ese montón de cosas que somos, contradictorios, hermosos, poderosos y complejos, como somos. Y como decía aquel libro, Verónika decide morir: "todavía quedan muchas Verónikas por descubrir". Yo sigo flaca, bajo peso, fuera de la norma y lo más contenta con eso. ¿Y tú?
0 Comments
Your comment will be posted after it is approved.
Leave a Reply. |
Archivo
April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |