El otro día escuchaba a alguien en la oficina preguntar si la palabra 'antiinmigrante' se escribe junta o separada.Y me puse a pensar cómo es que hemos terminado con estas tristes palabras en nuestro vocabulario que luego no sabemos ni como escribir.
Por qué hemos tenido que añadirle el anti a una palabra que describe a un grupo de seres humanos, que se han mudado lejos de casa en busca de oportunidades, como lo han hecho tantos desde el comienzo de los tiempos. Ese anti no siempre es contra los inmigrantes, ahí también incluimos a otros grupos marginados de nuestra sociedad. Y aunque no verbalicemos nuestros 'anti', están muy presentes. Aunque digas que no. Qué piensas cuando ves a una mujer con una falda muy corta, o que tal cuando ves a una con la falda muy larga. O a una persona que fuma, o a un chico que le gusta vestirse muy a la moda. O cuál es tu reacción cuando ves personas de otras nacionalidades o de otras etnias. ¿Cómo tratas a aquellos que no comparten tu fe, tus valores por ejemplo, tus creencias políticas, tu estilo de vida, tu orientación sexual? ¿Respetas y tratas de ponerte en el zapato de quienes creen diferente a ti o tratas de imponer tu criterio? Todos tenemos algún anti, es decir algún prejuicio, alguna idea equivocada que algo o alguien sembró en nuestra cabeza y es importante identificarla. Es hora de arrancar las etiquetas. La gente no es como los productos que compramos en el supermercado para pegarle etiquetas. Los seres humanos son más que una parte de su historia, su color, su condición o sus valores y todos merecemos ser respetados como lo que somos en esencia: hijos de Dios. Esta semana hubo dos sucesos tan contradictorios. Por un lado los ataques terroristas de Bruselas en los que de una forma espantosa y en nombre de la fe mataron a más de 30 personas e hirieron a tantas otras. Y por otro lado el papa Francisco lavó los pies de musulmanes a quienes llamó hermanos. El prejuicio viene de una noción de superioridad, de que los demás son menos porque no se ven, se comportan o creen como yo. Y esa actitud engendra violencia. Cuando se abren los brazos para recibir, aceptar y valorar a los que son distintos a nosotros, practicamos la paz y la hermandad. Jesús nos dio un mandamiento, que a veces se nos olvida, y es a que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Cuánta diferencia haría en nuestras vidas practicar esto, qué diferencia haría en nuestro mundo. Ojalá un día nadie tuviera que preguntar cómo se escribe la palabra 'antiinmigrante' por que ya no hiciera falta escribirla. Mientras tanto, empecemos nosotros a quitar esos 'anti', esas etiquetas que les ponemos a otros y que deshumanizan. Dios nos llama siempre al amor y la misericordia.
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April 2021
De estrenoCada domingo compartiré las lecciones que me deja el camino. Mi meta es que podamos inspirarnos juntos y crecer de nuestras experiencias diarias. Vamos a empezar esta semana con pasión, enfoque y fe. |